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Channel: CÁNCER CAPITALISTA
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Antropoceno vs Capitaloceno

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John Kerry (tras el fracaso de la Cumbre sobre el clima de París): “Estamos mandando un mensaje clave al mercado global”, “los mercados ya tienen una señal clara” El País, 13-12-2015.

James Hansen (director del NASA Goddard Institute for Space Estudies y el más renombrado mundialmente científico del clima): "Los acuerdos sobre el clima valen menos que el papel sobre el que se han escrito""El acuerdo de París es un fraude"

Abengoa, líder mundial en renovables, presentó el 25 de noviembre de 2015, el mayor preconcurso de acreedores de la historia de España, desplomándose en bolsa.

Kevin Anderson and Alice Bows (2012): “La equivocada creencia de que para evitar el calentamiento de 2Co todavía se puede conseguir con un impuesto sobre el carbono aquí, un poco de comercio de emisiones allí o un acuerdo voluntario allá, no será suficiente. Los objetivos a largo plazo (por ejemplo, 80% en 2050) no tienen ninguna base científica. Lo que rige las futuras temperaturas globales y otros impactos climáticos adversos son las emisiones de ayer, hoy y de los inmediatos próximos años

Noam Chomsky : "El mundo que estamos creando para nuestros nietos es sombrío ... El nivel de destrucción de especies en el mundo de hoy se acerca al nivel de hace sesenta y cinco millones de años, cuando un gran asteroide golpeó la Tierra y tuvo efectos ecológicos horripilantes”. “Lo mismo está sucediendo ahora, excepto que ahora somos nosotros el asteroide

Richard Smith: “El problema con el capitalismo es la economía no se puede poner a votación y hoy en día, las enormes decisiones que nos afectan a todos, a otras especies, e incluso el destino de la vida en la tierra, son todas todavía decisiones privadas, hechas por los consejos de administración de las grandes corporaciones monopolistas transnacionales”.

Climate change go marching in


El 10 de mayo de 2013 los científicos del Observatorio de Mauna Loa en Hawaii anunciaron que las emisiones mundiales de CO2 habían cruzado el umbral de las 400 partes por millón (ppm), por primera vez en millones de años lo cual significa que nos acercamos rápidamente a los temidos tipping points (puntos de no retorno a partir de los cuales el proceso se retroalimenta automáticamente) - deshielo de la tundra subártica o descongelación y la liberación de las vastas cantidades de metano congeladas aún en el suelo submarino del Ártico. La concentración ha aumentado más del 40% durante los últimos 200 años, con una tendencia actual a aumentar entre 2 y 2,5 ppm cada año. Así pues, a pesar de todas las cumbres del clima (Kyoto, Copenhague, Cancún, Ciudad del Cabo, Doha y la última de París) y las consiguientes promesas de autolimitación o el famoso mercado del CO2, el crecimiento de las emisiones y las concentraciones atmosféricas se han acelerado (Curva Keeling).

El avance de la concentración de CO2 se puede monitorizar en la web de la Scripps Institution of Oceanography en la UC San Diego. Se puede visualizar como marchamos con paso firme y decidido hacia el desastre.

Durante el plioceno, la era geológica de entre 3 y 5 millones de años antes del presente, había una concentración de CO2 en la atmósfera por encima de las 400 ppm: Estudios recientes estiman que la concentración máxima llegó a 415 ppm, con temperaturas globales entre 3 a 4 grados por encima de las temperaturas actuales. El nivel del mar era entre 5 a 40 metros más alto que en la actualidad. El nivel del mar no ha tenido tiempo de escalar tanto todavía debido a la gran inercia en la reacción de los océanos a la absorción del calor extra.

El informe publicado en 2013 por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) (es un organismo por diseño conservador, llamando la atención sólo sobre los aspectos donde hay más consenso científico), estima que las temperaturas globales aumentarán entre 1,8 y 4 grados centígrados a mediados de este siglo; El informe destaca que más allá de 2 grados, los seres humanos podrían perder la capacidad de tomar acciones para remediar sustancialmente o mitigar el cambio climático, después de lo cual se habría ingresado en una "zona de peligro" en la que el clima podría convertirse en impredecible y las consecuencias en gran medida imprevistas.

El calentamiento del planeta hasta ahora ha sido más o menos lineal. A más CO2 más calor. Pero según los modelos con mayor consense entre los científicos, más allá de los 2 ° C, el nivel de incertidumbre y la amenaza del calentamiento de la Tierra se convierte en incontrolable debido al cruce de umbrales sucesivos (puntos de inflexión o tipping points) que son como si de golpe se pusieran en funcionamiento centenares de miles de nuevas centrales térmicas alimentadas con carbón. No sabemos cuándo se llegará a este punto de inflexión global, pero la ciencia del clima de hoy nos dice que estamos mucho más cerca de un aumento de 2 ° C de lo que se pensaba cuando ese límite fue propuesto originalmente.

El capitalismo, una civilización de frontera


El desastre ecológico y medioambiental ha sido causado por una ínfima y cada vez más restringida minoría de humanos, la clase capitalista, que ha conseguido imponer sobre todo el planeta una forma cancerígena de organización social basada en un sistema de apropiación voraz diseñado para asegurar todo el poder y concentrar toda la riqueza en manos de un pequeña élite depredadora.

El cáncer capitalista tiene sus orígenes a mediados del siglo XVI cuando empezó a extenderse, a partir de Holanda e Inglaterra por todo el planeta. Originalmente nadie quería al capitalismo (engendro de destrucción, miseria y desigualdad sin parangón desde sus más tiernos balbuceos) y en sus mismos países de origen encontró enorme resistencia. El capitalismo se ha impuesto y expandido a base de fuerza bruta, diplomacia de las cañoneras, terapias de choque, etc. Pero también ha perfeccionado su arsenal ideológico (A. Smith, Malthus, Ricardo, M. Friedman, Jayek, etc.) para justificarse como algo “natural”, como algo racional y ajustado a la propia naturaleza humana. Su capacidad mutante le ha permitido disfrazarse incluso de “comunista” en la URSS, China, etc.

El capitalismo no avanza ni ha avanzado nunca linealmente solamente a partir de la acumulación de las plusvalías extraídas en el área plenamente mercantilizada bajo su control, sino que ha avanzado y se ha expandido siempre a saltos a través sucesivas fases de acumulación por apropiación. De hecho el proceso de acumulación por apropiación de territorios, de recursos naturales, de sociedades, etc., aún no mercantilizadas, constituye un aspecto fundamental y consustancial al sistema. El capitalismo es un verdadero free rider de forma que en cada una de las sucesivas olas expansionistas la frontera proporcionó vastas reservas de trabajo, alimentos, energía y materias primas susceptibles de apropiación sin contrapartida hacia el vórtex de la acumulación capitalista.  La acumulación por apropiación, a parte del latrocinio del extrarradio capitalista (colonialismo, esclavismo, exterminio y apropiación de territorios de frontera, etc.) implica también la externalización, también sin contrapartida, de los residuos y la polución más allá de la frontera. Pero, si la acumulación por apropiación externa falla, el sistema se colapsa. Y se colapsa tanto si falla el latrocinio del extrarradio como si falla la capacidad del vertedero del extrarradio.

Pero los días para el capitalismo que hemos conocido están contados. Las posibilidades de acumulación por apropiación del extrarradio se están reduciendo a la mínima expresión. El planeta no es plano e infinito sino esférico y finito. Los recursos apropiables se están agotando o se han agotado definitivamente. Ya no queda prácticamente mano de obra con sus bases de reproducción en el extrarradio del sistema (los últimos fueron los 100 millones de campesinos sin papeles chinos explotados por las multinacionales monopolistas) y, para colmo, la atmósfera, que tampoco ha resultado ser un vertedero infinito, ya no soporta más emisiones contaminantes y reacciona con violencia creciente.

Sin embargo, hoy día, con la mayoría de la humanidad en la miseria y a punto de desencadenar un holocausto climático, el capitalismo se presenta a sí mismo, gracias su control omnímodo mediático, como el mal menor que evitará, por el momento, a corto plazo, al menos, un descalabro inmediato, y, en cualquier caso, nos acompañará y guiará hasta el fondo del abismo que nos está preparando.

La dicotomía capitalista entre el hombre y la naturaleza


Engels (Dialéctica de la naturaleza): "No debemos presumir demasiado nuestras victorias sobre la naturaleza. Por cada una de estas victorias, la naturaleza toma venganza sobre nosotros. Es verdad que en cada victoria tenemos, en primera instancia, los resultados esperados, pero en segunda y tercera instancia, son efectos diferentes, imprevistos que a menudo anulan los primeros...La naturaleza es la base sobre la que nosotros, los seres humanos, nosotros mismos productos de la naturaleza, hemos crecido... a cada paso se nos recuerda que de ninguna forma gobernamos sobre la naturaleza como un conquistador sobre un pueblo extranjero, o como alguien que está en pie “fuera de la naturaleza”, sino que con la carne, la sangre y el cerebro, pertenecemos a la Naturaleza y existimos en su seno”.

Kingsnorth (2011): “Mi sensación es que el movimiento ecologista se ha torpedeado a sí mismo con las cifras. Su obsesión con el cambio climático, y su insistencia en considerarlo como un desafío de ingeniería que deben superarse con soluciones tecnológicas guiadas por la mirada neutral de la ciencia, le ha obligado a integrarse en un gueto del que nunca podrá escapar. La mayoría de los ecologistas ahora pasan el tiempo discutiendo sobre si prefieren los parques eólicos o las baterías de turbinas mareomotrices o la energía nuclear al secuestro de carbono. Ofrecen incluso predicciones muy afinadas de lo que pasará si hacemos o no hacemos esto o lo otro, todo ello basado en cifras recogidas de un u otro "estudio" como si el mundo fuera una hoja de cálculo gigante que sólo precisa equilibrarse correctamente”.

Jason HribalLos animales parte de la clase obrera

El Capitalismo plantea la relación hombre naturaleza desde un enfoque cartesiano. En una caja está el hombre y en otra está la naturaleza. De esta forma el homo economicus capitalista se sirve de la naturaleza y la explota y le saca rendimiento sin miramientos. Se trata de considerar la naturaleza como un objeto externo susceptible de ser cartografiado, cuantificado y regulado, para ponerlo al servicio de la acumulación de capital. De esta manera la cuestión del cambio climático se considera, incluso por parte de muchos ecologistas militantes, como un desafío ingenieril que tiene que ser resuelto mediante soluciones tecnológicas cuantificables.

Ninguna formación social precapitalista hubiera planteado las cosas de esta manera. Los seres humanos se han sentido siempre formando parte del entorno natural en el que han vivido excepto en el capitalismo, donde la dicotomía cartesiana ha alcanzado niveles gargantuescos. Timothy W. Luke ha publicado un libro con un título bien explícito: “El desarrollo de la contabilidad planetaria: fabricando la naturaleza como si fuera un producto almacenable, un servicio, y un sistema para la gobernanza ecológica”. Y es que la botánica, la geología, la geografía y demás ciencias de la tierra no son solo “ciencia” sino, y sobre todo, grandes negocios.

Antropoceno o Capitaloceno


Los geólogos dividen 4.500 millones años de historia de la Tierra en una jerarquía de intervalos de tiempo (eones, eras, periodos, épocas y edades) llamada la Escala Geológica del Tiempo. Vivimos en el Período Cuaternario, la más reciente subdivisión de la Era Cenozoica, que comenzó hace 65 millones de años. El Cuaternario a su vez se divide en dos épocas: el Pleistoceno, que comenzó hace 2,58 millones de años, y el Holoceno, que comenzó hace 11.700 años y se extiende hasta el presente.

Las divisiones no son arbitrarias: reflejan cambios importantes en las condiciones dominantes y las formas de vida en la Tierra. La Era Cenozoica está marcada por el ascenso de los mamíferos, después de la extinción masiva de los dinosaurios al final del Mesozoico. El Pleistoceno se caracterizó por sucesivas "edades de hielo". El último retroceso de los glaciares marca el comienzo del Holoceno, que se ha caracterizado por ser un clima estable, relativamente caliente.

Los límites oficiales de los eones, eras, periodos y épocas geológicas los define la Comisión Internacional de Estratigrafía. Cada cierto tiempo se publica una nueva Tabla Cronoestratigráfica Internacional, una relación consensuada de los distintos periodos geológicos. La época geológica en la que nos encontramos es el Holoceno (comenzó hace sólo 11.700 años). Los impactos de las acciones humanas en el planeta en los últimos 300 años han sido tan profundos que puede justificarse la definición de una nueva era geológica de la Tierra, el Antropoceno (término acuñado por Paul Crutzen, premio Nobel por el descubrimiento del agujero en la capa de ozono). De hecho se ha constituido un grupo de trabajo al respecto (que incluye al español Alejandro Cearreta) y se ha fijado el 2016 para tomar una decisión.

La definición de Antropoceno intenta vincular al capitalismo con el homo sapiens. En este sentido continúa con la manía de los teóricos pro-sistema de equiparar al ser humano con su homo economicus. La especie humana fue capaz de manipular y controlar el fuego lo cual inició su carrera como manipulador y agente del clima del planeta. Cuando la humanidad encendió su primer árbol muerto, aquello sólo podía conducir, un millón de años más tarde, a la quema de un barril de petróleo..

La idea de Antropoceno intenta trivializar que “los humanos” hemos creado cosas que no existían como minerales sintéticos, fibras de carbono, plásticos, hormigón (que se ha extendido en la superficie de nuestro planeta a una velocidad de dos millones de kilómetros por año), que hemos sido capaces de quemar alrededor de 200 millones de años de fósiles, entre carbón, petróleo y gas, que las excavaciones en busca de minerales y combustibles fósiles han perforado más de 50 millones de kilómetros bajo la superficie, etc.

De nuevo, para escurrir el bulto, se plantea como responsable del cambio climático al abuso antropozoico de “los combustibles fósiles” como si bastara con cerrar unas cuantas plantas de carbón para solucionar el problema. Lo cierto es que el capitalismo no es un fenómeno que empieza con la máquina de vapor y la revolución industrial hace 200 años (el interesado modelo de los dos siglos), sino que se trata de una malformación, una degeneración que empezó a mediados del siglo XV en Europa y que se expandió cada vez más rápidamente con estrategias audaces de conquista mundial y mercantilización sin fin. Si apagamos algunas plantas de carbón se puede quizás ralentizar el calentamiento global por unos días; si apagamos, en cambio, las relaciones sociales que dieron origen al crecimiento irracional y al despilfarro, lo detendremos para siempre.

La noción antropocénica, además de eludir responsabilidades, incluye la falacia de atribuir al sistema la capacidad de manipular el clima y el medioambiente a su antojo mediante sistemas de secuestro de emisiones o experimentos de geoingeniería (diseño de tecno-estructuras planetarias para la reducción y la remoción de gases de efecto invernadero).

La ciencia del clima, la política y el discurso en general están constantemente formulados según la narrativa del Antropoceno: autoflagelación colectiva, llamamiento a “los consumidores” para enmendar sus costumbres y otras piruetas ideológicas que sólo sirven para ocultar al verdadero conductor, el capital. Dehistorizar, universalizar, eternizar y naturalizar un modo de producción que es específico para un determinado lugar y tiempo constituye la clásica estrategia de legitimación ideológica.

Además, el Antropoceno, al excluir la causalidad capitalista, fomenta la confusión y la falacia planteando la responsabilidad no en términos de sistema, de clase, sino en términos geoespaciales, con unos países o zonas geográficas más responsables que otros, dividiendo al planeta entre humanos que aún tienen derecho a polucionar y emitir gases tóxicos y otros que ya no tienen tantos derechos. En esta línea se plantea que es lógico que los chinos polucionen más puesto que han llegado más tarde al desarrollo (cuando en realidad el desastre medioambiental chino ha sido ingeniado y provocado por la externalización industrial de las grandes corporaciones monopolistas occidentales). Dudo mucho que los trabajadores chinos estén pensando en estos términos, y más si se tiene en cuenta que China es especialmente vulnerable al cambio que se avecina. Una elevación del nivel del mar de unos 25 m reduciría el área habitable de las cuencas ribereñas de tal forma que 250 millones de personas deberían ser refugiadas tierra adentro.

La nueva era geológica en la que estamos no es pues el Antropoceno sino el Capitaloceno, la edad del capital (que tiene la ventaja de nombrar al verdadero culpable), el artífice de los cercamientos de tierras, de la apropiación de los comunales, de la mercantilización de la vida, del colonialismo, de la esclavitud, de la industrialización irracional, de las guerras mundiales, de las bombas atómicas, de la guerra fría, del marketing y la obsolescencia planificada, de la producción para el despilfarro, del agotamiento irracional de los recursos, de la manipulación biogenética, del agujero en la capa de ozono, de la explotación y de la miseria de sus propios congéneres a una inconcebible escala nunca sufrida por ninguna otra especie en la historia del planeta. Hoy en día, el homo más numeroso y representativo del Capitaloceno malvive en enormes e insalubres barriadas barraquistas sin alcantarillado ni servicios de ninguna clase. Casi la mitad del mundo, más de 3 mil millones de personas, malviven con menos de $ 2.50 al día, el 80% de la humanidad malvive con menos de $ 10 por día. Estos son los números que cualifican al Capitaloceno no los del Antropoceno.

http://monthlyreview.org/2015/09/01/when-did-the-anthropocene-beginand-why-does-it-matter/
Puede observarse en la gráfica como la aceleración a partir de mediados de los años 1950 coincide con los inicios y el despliegue imparable de la globalización monopolista. Durante el corto Capitaloceno el exterminismo nuclear ha sido siempre un desenlace previsible pero que al fin y al cabo depende de un solo botón. El agujero de la capa de ozono se ha conseguido revertir cambiando el mix de emisiones que lo producían. Con el cambio climático ocurre que hay demasiados interruptores a apagar y es algo consustancial con el sistema el no apagarlos sino, por el contrario, seguir instalando más para seguir acumulando capital.

¿Es posible la lucha contra el cambio climático en condiciones de capitalismo?


Thomas Friedman plantea un futuro de "empleos verdes" relacionados con las energías renovables, las plantas nucleares y los coches eléctricos como "el próximo gran motor del crecimiento industrial"– la perfecta solución win win capitalista.

A nivel mundial, las plantas de energía eléctrica alimentadas por combustibles fósiles generan solo el 17% de las emisiones de gases de efecto invernadero, la calefacción es responsable del 5%, otras formas de quema de combustible representan 8,6%, la industria el 19%, el transporte 14,3%, la agricultura 13,6%, los cambios en el uso de la tierra (principalmente deforestación) 12.2% .

La producción de millones de coches eléctricos en lugar de millones de coches con motor de gasolina, no sería menos ecológicamente destructivo y contaminante, incluso si todos fueran a funcionar con energía solar.

James Jansen ha propuesto la creación de un sistema de "impuesto-dividendo" pro tonelada de CO2 emitida a cobrar a las corporaciones que trafican con combustibles fósiles. El impuesto debería rebertir, no al gobierno (feudatario de las petroleras) sino directamente a toda la población en forma de dividendo transferido electrónicamente a las cuentas corrientes de los beneficiarios. El impuesto (115 $/Tm) generaría 670.000 millones de $ en dividendos con lo que cada residente en los EUA recibiría 3000$ al año.

Pero, la única manera de frenar el cambio climático sería imponer un drástico repliegue y en algunos casos cierre total de industrias, incluso sectores enteros, en toda la economía y en todo el planeta – no solo a productores de combustibles fósiles, sino a todos los sectores que los consumen y producen emisiones de gases de efecto invernadero - automóviles, camiones, aviones, líneas aéreas, transporte marítimo y de cruceros, construcción, productos químicos, plásticos, telas sintéticas, cosméticos, fibras y tejidos sintéticos, fertilizantes sintéticos y agronegocios de engorde animal concentrado. La gran mayoría - por lo menos tres cuartas partes - de todos los bienes y servicios que producimos hoy simplemente no necesitan ser producidos en absoluto.

Todos estos cambios no son simples puesto que requieren un tipo completamente diferente sistema económico, una economía orientada a la producción de lo que necesitamos, mientras conservamos los recursos para las futuras generaciones de seres humanos y de otras especies con las que compartimos este planeta.

Estamos entrando en la era post-antibiótica, donde una infección después de un rasguño o a través de un catéter de hospital podría significar una sentencia de muerte. El aumento de la resistencia antimicrobiana es en muchos sentidos una amenaza más inmediata para la humanidad que incluso el cambio climático. La razón: la negativa de los monopolios farmacéuticos para a invertir en antibióticos puesto que no son lo suficientemente rentables en comparación con los medicamentos para enfermedades crónicas.

En sector tras sector, el conjunto de todas las cosas que son rentables es mucho menor que el conjunto de todas las cosas que son útiles. El capitalismo limita lo que podemos producir a sólo aquellas cosas que permiten la acumulación de capital.

El capitalismo sólo puede ofrecer una sombra del potencial de innovación que el socialismo podría acometer.

La alternativa es nacionalizar y socializar las grandes corporaciones monopolistas que están destruyendo el planeta. Tendrán que ser nacionalizadas, muchas cerradas, otras adelgazadas, y otras reconvertidas. La alternativa al capital tiene que ser una combinación de planificación democrática y racionamiento. Un control democrático colectivo sobre la economía para dar prioridad a las necesidades de la sociedad, el medio ambiente, otras especies, y las futuras generaciones. Esto requiere concatenar la planificación económica nacional con la mundial para organizar la economía y redistribuir el trabajo y los recursos a escala global.

Links:

Jason Moore:
The Capitalocene Part I:
The_Capitalocene Part_II

Capitalism and the destruction of life on Earth

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