Quantcast
Channel: CÁNCER CAPITALISTA
Viewing all articles
Browse latest Browse all 61

Fascismo neoliberal. El caso catalán

$
0
0

Audios preparando el golpe en Bolivia : https://www.youtube.com/watch?v=syERcw8nMpo
Helicóptero militar baleando las manifestaciones pro-Evo
ttps://www.youtube.com/watch?v=CtqSo5F_g-k
https://www.youtube.com/watch?v=eRdT9zB89Hk
https://www.youtube.com/watch?v=D6lVzWnGGi4
https://www.youtube.com/watch?v=47S5zOdt90E
https://www.youtube.com/watch?v=q_YYosbPWKM
https://www.youtube.com/watch?v=1PvPxJGNaW8
https://www.youtube.com/watch?v=jYBP2WqaMvw
https://www.youtube.com/watch?v=1PvPxJGNaW8
motero del comité cívico https://www.youtube.com/watch?v=ciIgI4eY2Pg
Balaceras en Cochabamba https://www.youtube.com/watch?v=-mpHJn-t_jA
Comités cívicos denigran a mujer masista
https://www.youtube.com/watch?v=gHtfs-HBMVs
Moteros comités cívicos agreden a indigenas
https://www.youtube.com/watch?v=HMBuOtmv5R8

https://www.youtube.com/watch?v=D6lVzWnGGi4

 Caída del modelo chileno y golpe fascista en Bolivia


El reciente golpe de estado en Bolivia es un ejemplo del nuevo fascismo. Con la gran depresión monopolista la era del crecimiento impulsado por las exportaciones ha terminado en gran medida para las economías del tercer mundo. La desaceleración del crecimiento económico mundial, junto con el proteccionismo en los Estados Unidos contra los exportadores exitosos del tercer mundo, que incluso podrían extenderse a otras economías metropolitanas, sugiere que la estrategia de depender del mercado mundial para generar crecimiento interno se ha agotado. Las economías del tercer mundo, incluidas las que tuvieron mucho éxito en la exportación, ahora tendrían que depender mucho más de su mercado interno para salir adelante. Tal transición es la que intentaba el gobierno de Evo Morales. Nacionalizar los recursos, promover la agricultura campesina doméstica, defender la pequeña producción, avanzar hacia formas cooperativas de producción y garantizar una mayor igualdad en la distribución del ingreso, todo lo cual necesita cambios estructurales importantes. El modelo boliviano, con índices de crecimiento económico envidiables (además de los otros índices de salud, educación, redistribución, calidad de vida, etc.) se contraponía totalmente con el agotado modelo chileno.

https://www.youtube.com/watch?v=HMBuOtmv5R8

Fueron ONGs neoliberales, al servicio de los grandes grupos multinacionales, las que apoyaron, adoctrinaron y financiaron a los grupos fascistas y racistas que atacaban y escarnecían a las mayorías indígenas y a los sectores que los defienden. Están en juego los recursos naturales de Suramérica (Bolivia posee las primeras reservas de litio del mundo, seguida de Chile), pero sobre todo están en juego los modelos y las ideologías que los sustentan. El golpe fascista contra Bolivia se precipitó a causa del estrepitoso e inesperado fin del laureado modelo neoliberal chileno. Se trata de avisar a los chilenos, a los suramericanos y en general a todo el mundo, de lo que le ocurre a un país que intente escaparse del corsé neoliberal de la 2ª Globalización monopolista. La absoluta precipitación y la magnitud de la chapuza golpista (con cazas sobrevolando las manifestaciones y helicópteros baleando a los manifestantes) no se entendería sin tal precipitación.

Audios preparando el golpe en Bolivia : https://www.youtube.com/watch?v=syERcw8nMpo

1ª Globalización y estado del bienestar (1870-1914)


El período de la primera globalización abarca unos 40 años. Desde inicios de la década de 1870s hasta la 1ª Guerra Mundial, el comercio, la movilidad del capital, y la migración de personas a través de las fronteras alcanzó unos niveles que el mundo no volvería a ver hasta mediados de la década de 1980.

A diferencia de la actual globalización, la primera globalización era un terreno sólo apto para grandes firmas industriales y grandes conglomerados financieros. Constituía un marco exclusivo para el gran capital. La reacción en contra de la primera globalización aunó a todos los sectores que quedaban marginados y resentidos frente a las ventajas y privilegios del capitalismo globalizado.

A diferencia de la actual carrera hacia el fondo en servicios públicos, reformas laborales, regresión fiscal y destrucción medioambiental, los años de la primera Globalización fueron, por el contrario, los del inicio de la construcción del “estado del bienestar”. Durante esta época aparecieron las primeras legislaciones e instituciones de protección social, de inspección laboral, la semana de 6 días, la jornada de 10 horas, ayudas a las familias, las pensiones de jubilación, los impuestos sobre la renta, los impuestos sobre la inversión extranjera, etc. En 1884 Bismark introdujo la ley de seguro de accidentes industriales y en 1898 se aprobó en Francia una ley similar. En España el gobierno conservador de Maura en (1907-09), propició una incipiente legislación laboral (ley de descanso dominical, ley de huelgas, ley sobre las condiciones de trabajo de mujeres y niños, …) que tuvo su máxima expresión en la creación del Instituto Nacional de Previsión antecedente de la actual Seguridad Social.


Estas nuevas leyes fueron temas fuertemente debatidos en los parlamentos. En estos debates, los que se oponían a tales medidas aducían (como en la actualidad) que la introducción de tales reformas debilitaría la competitividad de la economía del país y que los impuestos sobre el capital no se podrían cobrar porque el capital se deslocalizaría a zonas de imposición más benignas. Sin embargo, las legislaciones progresistas avanzaron y se aprobaron una tras otra en la mayoría de estados europeos. Por otra parta, la capacidad “deslocalizadora” del capital era mucho menor que en la actualidad y aunque las amenazas eran ciertas, en pocos casos acababan materializándose.

En realidad, el transfundo de esta construcción de los cimientos del llamado Estado del Bienestar era la formulación de un pacto no declarativo entre los dirigentes de la clase obrera nacional y los grandes monopolistas “nacionales”. Los primeros con los ojos puestos en la patria y los segundos en la sangre al servicio de la defensa o conquista de más cuotas en el mercado global.

Lenin postulaba en su libro “El imperialismo, fase superior del capitalismo”, que la 1ª globalización implicaba una lucha soterrada entre grandes monopolios nacionales con intereses internacionales capaces de arrastrar a sus países y parlamentos a la guerra en orden a mejorar sus posiciones en la escena de la competencia global.

La 1ª Globalización también significó una financiarización globalizada. La internacionalización bancaria se vio reforzada por la estabilidad macroeconómica garantizada por el patrón oro. Desde la década de 1870s, el establecimiento de bancos completamente especializados en el negocio internacional se complementó con el rápido aumento de la internacionalización de los grandes bancos de depósitos sobre todo de Gran Bretaña, Alemania y Francia. El surgimiento del negocio bancario de divisas favoreció la extensión de las redes interbancarias mundiales basadas en relaciones de corresponsalía y el surgimiento de innovaciones financieras en la gestión de la liquidez internacional, tales como los descubiertos, transferencias telegráficas y obligaciones del tesoro.

El factor crítico de la globalización bancaria fue la decisión de los bancos de operar a partir de inversiones directas en el extranjero (ya sea en nuevas instalaciones o a través de adquisiciones) con el fin de localizar parte de sus actividades en países extranjeros, en lugar de dar servicio a sus clientes (tanto extranjeros como nacionales) desde la casa matriz o a través de corresponsalías.

La internacionalización bancaria se vio reforzada por la estabilidad macroeconómica garantizada por el patrón oro. Desde la década de 1870s, el establecimiento de bancos completamente especializados en el negocio internacional se complementó con el rápido aumento de la internacionalización de los grandes bancos de depósitos sobre todo de Gran Bretaña, Alemania y Francia. El surgimiento del negocio bancario de divisas favoreció la extensión de las redes interbancarias mundiales basadas en relaciones de corresponsalía y el surgimiento de innovaciones financieras en la gestión de la liquidez internacional, tales como los descubiertos, transferencias telegráficas y obligaciones del tesoro.

El 1914 se declaró una crisis financiera global, muy semejante a la que se produciría en 1929. En la semana del lunes 27 de julio se desplomaron el mercado de divisas y el mercado de descuento de la City, y la Bolsa de Valores de Londres tuvo que cerrar el viernes 31 de julio permaneciendo cerrada durante cinco meses. Se formaron largas colas frente al Banco de Inglaterra para cambiar billetes de banco por monedas de oro. Pero el martes 4 de agosto Gran Bretaña entró en guerra e infusiones masivas de liquidez por parte del banco central y una "moratoria general" sobre los pagos lograron detener la crisis. Como en el caso de la crisis del 29 sería la guerra la que acabaría encarrilando a la crisis financiera.

1ª Globalización. Nacionalismo y fascismo



El nacionalismo económico y la domesticación del capital fueron una reacción defensiva frente al avance socialista ante la crisis de la Primera Globalización y la guerra.

Durante los años de la guerra un nuevo nacionalismo surgió por todas partes, con creciente intervencionismo estatal. Los presupuestos públicos se hincharon, los impuestos aumentaron y por primera vez impactaron en los negocios de las multinacionales. Muchos lucrativos negocios, hasta entonces en manos privadas empezaron a ser considerados sectores estratégicos susceptibles de intervención estatal (comunicaciones, electricidad, ferrocarril, etc.). La guerra trajo consigo restricciones en el comercio y los movimientos de capital internacional y GB se vio obligada a suspender el patrón oro con la consecuente desestabilización de las finanzas internacionales.

Otra de las causas del retraimiento nacionalista del gran capital fue la revolución en Rusia y el peligro de su extensión internacional. Cuando empezó la guerra los zaristas ya se habían apropiado de las inversiones germanas en su territorio. Con la revolución la mayoría de las inversiones extranjeras en el país fueron expropiadas (el 90% del sector eléctrico ruso estaba en manos extranjeras).

La misma guerra implicó una considerable redistribución de la riqueza por la gran destrucción de propiedad y el aumento de los salarios. Además, el colapso de los imperios ruso, alemán, austro-húngaro y otomano creó un sinfín de nuevas fronteras políticas con profundas consecuencias para los negocios financieros e industriales multinacionales.

Con la paz y el papel preponderante de los EEUU como substituto de Gran Bretaña en la arena mundial, se produjo una cierta revitalización de la 1ª globalización, pero el crac de 1929 y la Gran Depresión subsiguiente acabaron definitivamente con ella.

La reacción nacionalista a la Gran Depresión causada por la crisis de la 1ª Globalización implicaba aumento del gasto público para aumentar la demanda del mercado interior. Esto podía financiarse con impuestos al capital (si aumentas los impuestos a los trabajadores la demanda no aumenta) o con déficits públicos.

Pero si el sistema económico capitalista se vuelve dependiente del estado para promover el empleo directamente, entonces este hecho socava la legitimidad social del capitalismo.
Ante la amenaza socialista (sobre todo tras la revolución rusa) el capital empezó a apoyar a grupos nacionalistas fascistas que achacaban a los no nacionales y a los comunistas la culpa de la crisis.

Los grupos y asociaciones fascistas se generalizaron, pero solo en algunos casos se acabaron constituyendo estados capital-fascistas (Italia, Japón, China, Alemania, Rumania, Grecia, Hungría, etc.) que en general optaron, para poner fin a la depresión y el desempleo mediante una política de gasto público y un mayor gasto militar, financiado por préstamos gubernamentales. El primer fascismo fue pues una forma capitalista de superar la crisis de la 1ª Globalización, fue un fascismo contra la globalización, nunca fue un fascismo para mantenerla.

El capitalismo, a la defensiva, se domesticó, se re-nacionalizó. El nacionalismo económico y el fascismo sustituyeron al liberalismo. Tras la guerra los altos presupuestos estatales no menguaron. La progresividad fiscal se mantuvo y las conquistas sociales se consolidaron y fueron en aumento. Los salarios reales aumentaron. Las nacionalizaciones y municipalizaciones se generalizaron. La presión fiscal cayó sobre las filiales de las multinacionales que además no disponían aún de la enorme red de paraísos fiscales actual. El crédito quedó estrictamente regulado. El proteccionismo, los controles sobre la especulación y la circulación de capitales, etc., fueron desmontando uno tras otro los pilares básicos de la primera globalización neoliberal.

La 2ª Globalización


Pero la tendencia inherente del capitalismo hacia el monopolio volvió a engrasar los motores para una nueva globalización, esta vez a una escala mucho mayor.

En la 2ª Globalización las corporaciones multinacionales han cambiado, han escapado por completo a su crisálida nacional y son criaturas globales. Además de la clásica deslocalización las firmas transnacionales están externalizando la mayoría de sus operaciones. Desintegran el proceso de producción y lo subcontratan a uno o varios proveedores independientes, manteniendo el control efectivo sobre el proceso global de producción. En este caso, las ventajas en cuanto a "responsabilidad" y costes son evidentes. La corporación se desentiende de las fechorías laborales y medioambientales de sus subcontratados.

Si las multinacionales de 1ª generación eran capaces de evadir ciertos impuestos, las actuales firmas monopolistas transnacionales pueden evadirlos prácticamente todos. Además, a diferencia de la deslocalización, la externalización permite evadir impuestos, eliminando la partida "inversión exterior directa", haciendo desaparecer los flujos de capital en forma de “repatriación de beneficios” (que habría que declarar). Los beneficios (rentas de monopolio) se capturan manipulando los precios de los inputs y los outputs, es decir, los “valores añadidos” de la cadena de valor, a favor de la corporación dominante. Los beneficios, "aparecen" mayoritariamente en ciertos eslabones de la cadena, convenientemente situados en paraísos fiscales (ausentes en la primera globalización). En realidad, la firma "aflora", a su voluntad y conveniencia, los beneficios que le interesa declarar, fundamentalmente por razones de relaciones públicas.

La famosa “libre competencia” del mercado neoliberal no es el oxímoron de la competencia entre los monopolios (competencia monopolista, sic!) si no la hiper-competencia entre los subcontratados y los trabajadores.

La realidad que se pretende ocultar es que las actuales estructuras de valor globales son cada vez más asimétricas: los cuarteles generales de las grandes corporaciones capturan la mayoría del “valor” (rentas de monopolio) mientras que el resto de la cadena de valor (externalizada), enfrentada al poder monopsónico comprador de la multinacional, se ve obligada a competir de forma suicida para acceder a las migajas que ha dejado la matriz. Al margen de estas grandes corporaciones globales no quedan más que zombis empresariales subcontratados compitiendo a muerte entre sí y siempre al borde de la bancarrota.

En la actualidad nada escapa al control y al abuso de los monopolistas. Cualquier sector industrial, financiero o de servicios está sometido a unas pocas firmas globales que controlan todo el mercado. Resulta difícil imaginar un sector que aún no haya caído en las redes de un monopolio.
Aunque se presenta como un mundo lleno de oportunidades para todos, en realidad es más exclusivo y excluyente que el mundo de la primera globalización. Durante la 1ª globalización, existían grandes firmas monopolistas que gozaban de enormes ventajas. Pero estas firmas no lo abarcaban todo. En realidad, eran una minoría que dominaba ciertos sectores de forma más o menos exclusiva, pero la mayoría de los sectores seguían aún sin grandes firmas ni grandes monopolios acaparadores. Se podía vivir y trabajar al margen de la globalización.

En la actualidad la inmensa mayoría de los negocios no monopolistas, pequeños o grandes, PYMEs o micro empresas, son simples subcontratistas subordinados de los monopolistas globales. La financiarización coadyuva la rápida formación de monopolios globales en sectores nuevos y en cuestión de meses cuando no de días. El único futuro que espera a una firma globalizada es el de convertirse en un monopolio o el de ser absorbida por un monopolio. Es a lo que juegan las famosas startups de los nuevos emprendedores.

Así pues, en la 2ª Globalización las corporaciones multinacionales han cambiado, han escapado por completo a su crisálida nacional y son criaturas globales. No hay necesidad sustancial de los estados, sus presupuestos y sus jóvenes trabajadores/soldados para dirimir sus diferencias competitivas. Los estados se especializan para ofrecer sus servicios a las grandes transnacionales. EEUU suministra su poder militar, Israel su especialización en operaciones especiales, Reino Unido y la City su especialización en finanzas, etc., mientras que China y el sudeste asiático ofrecen espacio gratuito para la explotación laboral y la contaminación indiscriminada. Es mucho mejor aliarse para desmontar y destruir toda obra social que sobrepase los mínimos administrativos necesarios para sus negocios (incluso en sus países de origen) que pagar impuestos para mantener formaciones estatales que resultan más bien rémoras obsoletas que palancas útiles para auparse a las posiciones monopolistas globales.

Los estados actuales deberán ajustarse a un corsé de mínimos, los mínimos absolutos básicos que los apátridas monopolios globales consideren necesarios en cada momento para su operativa y negocio. La tan cacareada “Comunidad Internacional” representa en realidad un rebaño cada día más desmejorado, pastoreado por las grandes firmas monopolistas globales para que se mantenga por doquier el orden capitalista globalizado que conviene a sus intereses.

Crisis de la 2ª Globalización 


En la segunda globalización los impuestos recaen casi exclusivamente sobre la clase trabajadora cuyos salarios reales no hacen más que reducirse día a día a golpe de flexi reformas laborales. Además, a diferencia de su antecesora, la 2ª Globalización ataca las regulaciones y sistemas de protección social. La polarización de la riqueza es cada vez mayor y la demanda agregada global colapsa.

Los episodios de sobreproducción se suceden cada vez con mayor frecuencia y amplitud hasta que el sistema entró en situación de crisis permanente de sobreproducción a partir de finales del siglo XX. Es lo que conocemos como la gran depresión monopolista. Los capitales no invertidos en la producción se van a la financiarización, y la especulación desenfrenada genera burbujas cada vez más colosales. El crac de 2008 fue el crac de la 2ª Globalización.

Pero frente al caos de la 2ª Globalización, ¿Es posible la vuelta a un mundo de tarifas y cuotas? ¿Es posible la emergencia de bloques regionales de inversión y comercio? ¿Es posible la vuelta al nacionalismo económico? ¿Es posible la vuelta a los estados fascistas?

Cuando se frenó la 1ª globalización, cuando se levantaron barreras contra las multinacionales, cuando se estableció un legislación anti-monopolios en EEUU, los monopolios controlaban sólo unos pocos sectores de la economía y no eran aún gigantones transnacionales. Los sectores económicos no monopolistas que constituyeron la base del nacionalismo económico eran aún mayoritarios, no eran subcontratas de los monopolistas. En la actualidad esta base no existe. No quedan nichos suficientes al margen del control monopolista global para plantear una alternativa “dentro del sistema”.

Por lo tanto, el colapso de la 2ª globalización será un colapso sin recambio posible dentro del sistema y representará el colapso global del sistema capitalista. La barbarie.

El fascismo neoliberal


Si bien en algunos aspectos el fascismo actual se parece al fenómeno de la década de 1930, existen serias diferencias entre los dos.

El fascismo del siglo XX formó parte de la reacción nacionalista frente a la crisis de la 1ª Globalización. En ningún caso este fascismo apoyó la Globalización si no que se configuró como una alternativa a ella.

En cambio, el fascismo del siglo XXI no cuestiona en ningún momento la globalización, sino que la defiende a ultranza achacando las causas de la crisis del sistema a los “otros” (indígenas, negros, inmigrantes, árabes, judíos, viejos, comunistas, etc.) y en ningún caso propone o articula una alternativa a al actual funcionamiento del sistema capitalista.

El fenómeno fascista frente a la 1ª globalización fue un fenómeno esencialmente nacionalista, y a pesar de la afinidad entre los distintos estados fascistas no existió nada parecido a una internacional promotora del fascismo (La primera conferencia mundial de la internacional fascista se celebró en Montreux el 16 de diciembre de 1934, la segunda y última en 1935, resultando ambas un fracaso). Por el contrario, en el fascismo del siglo XXI existe una verdadera internacional constituida por los principales grupos monopolistas transnacionales y sus ONGs neoliberales (Open Society Foundation y sus innumerables filiales, USAID, NED, etc.), y agencias de inteligencia (CIA, la NSA, la israelí Unit 8200, el m16 inglés, etc.), a través de las cuales los grandes grupos transnacionales promueven el fascismo neoliberal dondequiera que los intereses del sistema se encuentren amenazados. Un elemento clave para la promoción y la introducción del fascismo neoliberal es el espionaje globalizado que realizan los grandes gigantes monopolistas de internet (Google, Microsoft, Facebook, Amazon, Aple, etc.).

Son básicamente fascismos políticos, no fascismos económicos. Los actuales estados fascistas no pretenden combatir la crisis inducida por la 2ª Globalización mediante un activismo fiscal para generar mayor demanda, producción y empleo. El nacionalismo económico ha desaparecido de sus programas. Por supuesto no tratan de doblegar a las multinacionales y hacerlas pagar impuestos. El fascismo neoliberal y los actuales estados fascistas no se oponen a la globalización, sino que forman parte intrínseca de la misma. Son fascismos neoliberales “a la Pinochet” al servicio de los monopolios transnacionales que entran en acción cuando aquellos perciben que en algún momento y/o lugar el juego democrático puede perjudicar sus intereses.

Los fascismos del siglo XX fueron movimientos mayoritarios en los que participó la mayoría de la población. En cambio, los fascistas del siglo XXI suelen ser minoritarios, pero con poder suficiente como para controlar al resto de la población. En realidad, es el fascismo el que les asegura el poder para doblegar a la mayoría por eso mantienen un estado de confrontación/guerra permanente con el objetivo de confundir a la población dando primacía a lo nacional-racial-identitario frente a lo social.

Las bases de los fascismos del siglo XX, sobre todo en sus momentos iniciales, fueron las clases bajas, obreros, lumpenproletariado, parados, clases medias bajas. Mussolini había sido miembro del Partido Socialista Italiano y el partido de Hitler se denominaba Partido Nacional Socialista. En cambio, en los fascismos neoliberales las bases, desde buen principio, pertenecen a las clases más adineradas que viven en los barrios ricos de las ciudades.

El fascismo neoliberal está a menudo en sintonía directa con las grandes corporaciones multinacionales y sus agencias de inteligencia norteamericanas, británicas o israelitas. Los golpes de estado suelen ser decretados, dirigidos, financiados y coordinados por dichas agencias y ONGs neoliberales (USAID, Fundaciones de Soros, etc.) que además ofrecen sus bancos de datos (Google, Facebook, Amazon, Microsoft, etc.) para denigrar o chantajear a sus oponentes, políticos, activistas dirigentes, periodistas, etc.

Desarrollan todo un arsenal de códigos, simbologías, eslóganes, lemas, informaciones deformadas, contenidos informativos sesgados, creación de identidades excluyentes, intolerancia, racismo, posicionamientos extremos frente al diferente y prejuicios difundidos por los medios de comunicación y reforzados a través de las redes sociales.

El fascismo neoliberal no pretende un partido único como fue siempre el caso en el fascismo del siglo XX. Participa en las elecciones a menudo divididos en varios partidos que compiten entre sí a ver quién es el más fascista. Tampoco pretenden un Estado de partido único, sino que mantienen un juego pseudodemocrático.

El odio y rechazo social hacia el diferente, y su señalamiento estigmatizador (grupos de watsaap) con una degradación moral y estética de los “otros”.

Manipulación y distorsión de la historia en favor de sus tesis y proclamas, la idealización de la cultura propia, el supremacismo de su identidad diferenciada y la mitologización de sus orígenes
Apropiación y autoatribución del concepto de pueblo para hablar continuamente en nombre de este.

Ocupación totalitaria de los espacios públicos con símbolos, banderas, consignas y lemas.
Uso de signos identificativos en la vestimenta, en las cuentas de watsapp, o Facebook, banderas consignas y símbolos en los balcones, en las farolas, en las calles, en las vallas, en los puentes de las carreteras, etc., para excluir y atemorizar al diferente, exclusión no solo simbólica, sino que conlleva un apartheid en la práctica, en la vida cotidiana, una censura ideológica y etnicista que suprime la libertad de expresión de los disidentes.

La búsqueda de la confrontación o tensión violenta permanente frente a un enemigo real o imaginario. Se trata de “procesos” y “marchas” que no admiten un paso atrás.
La intoxicación informativa utilizando trucos como las cuentas robots para controlar y manipular los centros de atención en las redes.

El ocultamiento y el silencio social del disidente que se ve obligado a cambiar de acera, a no significarse frente a la dictadura violenta del pensamiento único.

El señalamiento de los diferentes o disidentes, el bulling digital, los escraches, boicots, insultos, desprecios, pintadas en los comercios, automóviles o puertas de las casas.

Organizaciones perfectamente estructuradas y centralizadas dirigen y encuadran las actuaciones, manifestaciones, ocupaciones, etc.

El fascismo del siglo XX era un fascismo autoproclamado y orgulloso. El fascista del siglo XXI niega vigorosamente la evidencia del carácter fascista de sus posicionamientos y acciones atribuyéndolo sistemáticamente a sus opositores.

Es fascismo del siglo XXI es un fascismo de teatro. Sus demostraciones, manifestaciones, confrontaciones con la policía, etc., son organizadas para crear una imagen “democrática” a favor en la escena internacional. A diferencia del fascismo del siglo XX, el fascismo neoliberal manifiesta una notable preocupación para conseguir la aceptación de la comunidad internacional. Organizan verdaderas demostraciones teatrales enfocadas a crear buena impresión “democrática” en el extranjero, presentándose como la mayoría oprimida por los que realmente sufren su opresión. Utilizan descaradamente el victimismo, exagerando con la propaganda y el control de las redes sociales la supuesta violencia de sus opositores.

Como en el caso de los fascistas del siglo XX los fascismos neoliberales crean organizaciones, escuadrones y comités como fuerzas de choque. Estas fuerzas de choque actúan dirigidas y coordinadas vía internet.

El fascismo neoliberal catalán



 Escamots Catalans Motards junto as Quim Torra


Jacinto Toryho (director de la revista anarquista  Solidaridad Obrera de 1937 a 1939 ): “La insurrección de Cataluña en 1934 tuvo una nota original: comenzó con una huelga general impuesta por el Gobierno contra la voluntad de los obreros que se negaron a hacer el juego a los innovadores. Pues tratábase de una innovación singularísima, ya que por primera vez en la Historia la huelga general la organizaba y dirigía el Poder público. Los ‘escamots’ de Dencás y Badía, armados hasta los dientes, los días 5 y 6 impusieron el cierre de fábricas, oficinas, bancos, tiendas, talleres. Mas no habían contado con la ‘huéspeda’: los trabajadores se negaban a complacerlos. En algunas fábricas cedían momentáneamente ante las armas exhibidas por los representantes de la coacción oficial, mas apenas éstos se alejaban, volvían al trabajo con más ahínco. Los medios de de transporte fueron paralizados merced a la elocuencia de las ametralladoras de que hacían alarde los hombres de Badía. /…/ En el feudo de Dencás /…/ se halló un montón de cenizas de papeles y documentos incinerados antes de escapar [tras el fracaso del golpe de estado secesionista], pero encontróse sin haber sido pasto de las llamas la lista firmada por Miguel Badía con los nombres de las personas que deberían ser fusiladas al día siguiente del triunfo allí donde se las encontrara y sin formación de causa. La mayoría de esos nombres eran militantes de la FAI y de la CNT. /…/

Acerca del ‘generalísimo’ de la insurrección separatista [Dencás] y de la Esquerra que la impulsó, escribió, en 1935, Joaquín Maurín [ex-secretario general de la CNT que se pasó a la facción antiestalisnista del marxismo], líder del Bloque Obrero y Campesino: /…/ “Dencás, jefe de la fracción de ‘Estat Catalá’, turbio en sus propósitos, no podía ocultar sus intenciones deliberadamente fascistas. Todo su trabajo de organización y toda su actividad política tendían hacia un objetivo final: un fascismo catalán. Su declaración de guerra a los anarcosindicalistas, sus ‘escamots’ de camisas verdes regimentadas, todo eso tenía un denominador común: el nacional socialismo catalán”».”

Un ejemplar del separatismo fascista promovido por el capital globalizado es el del separatismo catalán del siglo XXI. Aunque no se trata de un estado “independiente” fascista, el hecho de constituir una comunidad autónoma dotada de un estatuto con importantes competencias que incluyen un gobierno y un parlamento autonómico, una policía autonómica, recaudación fiscal propia, educación, sanidad, un tribunal de justicia, control de medios de comunicación públicos como varios canales de televisión, más de una docena de cadenas de radio, una docena de periódicos, además de multitud de revistas, una red de representaciones diplomáticas en el extranjero, etc., puede considerarse perfectamente como un caso de estado fascista neoliberal.

Escuadrones de JEREC desfilando por Monjuïc


El flirteo con el fascismo del nacionalismo catalán viene de antiguo. El 22 de octubre de 1933, miles de jóvenes uniformados con camisas verdes desfilaron en Barcelona desde la Gran Vía hasta el Estadio Olímpico de Montjuïc. Se trataba de una demostración de los escuadrones de las Juventudes de Esquerra Republicana – Estat Catalá (JEREC). El New York Times se hizo eco de la noticia al día siguiente refiriéndose al naciente fascismo catalán. Aquella misma semana paramilitares del partido nacionalista independentista Estat Catalá, asaltaron NAGSA, la imprenta donde se editaba el satírico “El Bé Negre” en represalia por unas caricaturas burlescas sobre dichos paramilitares.


Josep Dencàs y los Escamots del “Estat Catala”

Pero el fascismo catalán encontró su reflejo inmediato en el fascismo en la península que pronto recibiría el apoyo de los nazis y los fascistas italianos, razón por la cual el nacionalismo catalán abandonaría su deriva fascista inicial.

Origen del fascismo catalanista neoliberal


En 2011 cuando estalló el 15 M, las plazas de Madrid y Barcelona se llenaron a rebosar de indignados contra el sistema.


Madrid y Barcelona 15M


 Barcelona 15M 2011- Barcelona septiembre 2017

Ni una bandera española, ninguna bandera catalanista, y nuevas formaciones política en ciernes con capacidad de pasar por encima de la corrupta política pro-business neoliberal española y catalana.

A partir de entonces, el independentismo catalán empezó a encontrar respaldo en los foros neoliberales, sobre todo anglosajones (el Wall Street Journal de Rupert Murdoch, el Washington Post, propiedad de Jeffry Bezos de Amazon o el Financial Times), mientras la UE sometía sin piedad las aspiraciones de la nación griega, puestas en Syriza. Había que sustituir a los indignados contra el sistema neoliberal por nacionalistas separatistas indignados contra España.

Las clases pudientes catalanas vieron la posibilidad de enriquecerse a escala global separando a la región autónoma del resto de España y contando con el apoyo internacional que se les ofrecía ante la amenaza de una escalada de la izquierda. Contaban con reintegrarse rápidamente en los organismos, mecanismos y foros internacionales del capitalismo neoliberal globalizado.

El mecanismo para el catalexit era del más puro diseño neoliberal. Se aprovechaba una primera fase “autonómica” en la que la díscola minoría separatista en el gobierno (gracias a una ley electoral que les beneficia donde el voto rural cuenta el doble que el voto urbano), aprovechaba todos los mecanismos y recursos descentralizados (gobierno y parlamento autonómico, legislación autonómica, educación, sanidad, televisión, prensa y radio autonómicas, activos y empresas públicas cedidas, impuestos cedidos, policía, etc.) para preparar meticulosamente la secesión..

Los dirigentes nacionalistas convirtieron las elecciones autonómicas del 27 de septiembre de 2015 en supuestamente “plebiscitarias”, coaligando todas las fuerzas soberanistas en una candidatura única denominada “Junts pel si” pero que al final, a pesar una campaña manipulada y mentirosa digna de Goebbels, solo consiguió el 48% de los votos, consecuencia de la inesperada participación masiva de la población. Sin embargo, los separatistas, como en repetidas ocasiones y gracias a una ley electoral hecha a su medida, ganaron más escaños y formaron gobierno.

El timing a pié cambiado


A partir de entonces toda la maquinaria autonómica se reajustó para preparar la secesión. La machacona campaña de 2015 se amplificó durante los dos años siguientes. La TV3 (TV pública catalana), se convirtió en una especie de selfie permanente de la realidad virtual del proceso independentista.

TV3 selfie permanente del proceso independentista

Pero tanta patraña y manipulación de la realidad generó unas expectativas en las bases que obligó a los dirigentes a ponerle fechas concretas al “proceso” de independencia, una estrategia rígida e inflexible (“ni un paso atrás”, exigían las bases cada vez más enardecidas, “ni una pantalla repetida”, como si se tratara de una película con final conocido) mientras que las condiciones para el prometido apoyo internacional se esfumaban con Podemos en caída libre ante al trato inmisericorde que recibía la Grecia de Syriza, la amenaza del Brexit (seguramente inducido en parte por el referéndum escocés) y un Rajoy que se postulaba como el mejor adalid europeo de las drásticas reformas neoliberales.

El timing independentista catalán dejó de corresponderse con el timing neoliberal. Todas las promesas de los foros y medios neoliberales se esfumaron. El momento elegido para la independencia no podía ser peor. El independentismo catalán se había precipitado por la senda fascista de forma inconsciente. Y el fascismo no admite traidores.

Consecuencias económicas del catalexit


Dada la alta especialización de Cataluña en la venta de productos al resto de España, se estima que en el escenario medio el catalexit significaría una caída del 44% del comercio bilateral. Así, el PIB catalán caería un 14% y el desempleo aumentaría un 16%.


Caso de que la secesión triunfara (sin violencia), la expulsión inmediata de la UE implicaría ponerse a la cola de la readmisión con la amenaza segura del veto español. En esta larga transición se produciría la salida de la Unión Monetaria Europea y del Mecanismo Único de Supervisión financiera. Para Cataluña, el euro se convertiría en una moneda extranjera cuya utilización, caso de adoptarlo como moneda, podría encarecer sus exportaciones y mermar peligrosamente su competitividad.

Fuera de la Unión Monetaria quedaría desvinculada del BCE con lo que las entidades financieras con domicilio en territorio catalán perderían el acceso a sus baratas líneas de financiación. También se esfumarían las subvenciones europeas al quedar excluida de los fondos estructurales (El Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER), El Fondo Social Europeo (FSE), El Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (FEADER) y el Fondo Europeo de Marítimo y de Pesca (FEMP).

La inseguridad llevaría a la prima de riesgo a niveles inasumibles, al dejar de contar con la red de protección del Estado español y la hacienda de la nueva república se hundiría irremisiblemente.
Fuera de Europa y de España las exportaciones a estas zonas quedan sometidas a aranceles, ya que dejaría de beneficiarse de las ventajas de pertenecer a una zona económica con libre circulación de mercancías. El pago de esos sobrecostes haría mucho menos competitivas las exportaciones catalanas.

El "proceso" separatista, de llegar a materializarse, reduciría los derechos, el bienestar y el futuro de la mayoría de los catalanes a cenizas. El impacto económico, incluso excluyendo las terribles consecuencias de una más que posible deriva violenta propia de los procesos secesionistas (no parece que los españoles vayan a dejarlos marchar de rositas), sería enorme y devastador.


Camisas pardas del MIC

De ahí la deriva fascista, la tergiversación, mentira y manipulación sistemática de la información (amplificada por la labor de los medios de comunicación públicos en sus manos: TV3, Radio, prensa, etc.) a que se ven obligados los dirigentes separatistas para esconder la realidad de las consecuencias sobre la mayoría de la población.

El fracaso del golpe a derivado en una confrontación permanente con la denuncia y escarnio contra los no separatistas o los disidentes. La ocupación totalitaria de los espacios públicos (la calle es y será siempre nuestra), la aparición de las bandas de CDRs con la consigna fascista “apreteu” (aprieten), los aderezos amarillos, lazos, anoraks, bufandas, etc., de los fachas del “procés”. El fracaso conlleva la fanatización del fascismo con la aparición de “escamots motards” al estilo de los fascistas de la derecha boliviana, o de demostraciones de “camisas pardas”


Motorada 11S 2017

Para el capital monopolista neoliberal, el conflicto catalán permanente está resultando beneficiosa en todos los sentidos. La amenaza separatista en España está favoreciendo la recuperación de la corrupta y asocial clase política neoliberal (PP – PSOE) en detrimento de la izquierda que, incapaz de entender el carácter neoliberal fascista del nuevo separatismo del siglo XXI, está suministrando fuerza de choque al “procés” (CUP) o defendiéndolo con más o menos matices (Podemos y sus variantes regionales), con lo que está liquidando buena parte de su base electoral. Algo parecido a lo ocurrido con los comunistas y socialdemócratas alemanes ante la escalada hitleriana.

Una reacción paralela a la del fascismo separatista catalán de los años treinta ha sido la aparición en la escena política española de Vox, un partido de ultraderecha (hasta ahora insignificante) que abogando explícitamente por terminar con el régimen autonómico ha conseguido superar los 3,6 millones de votantes, por encima del 15 %, lo que le ha disparado hasta los 52 escaños en el Congreso.


Viewing all articles
Browse latest Browse all 61

Trending Articles