Entre 2007 y 2014, Xyrem (Jazz Pharmaceuticals), contra la narcolepsia, aumento en un 841%; Humulin RU-50 (Eli Lilly), contra la diabetes, 354%; EpiPen (Mylan), contra alérgias, 222%; Viagra (Pfizer), 159%; Gleevec (Novartis), contra la leucemia, 158%; Abones (Biogen Idec), contra la esclerosis múltiple, 147%; etc.
Desde 2007 los precios de la mayoría de antiguos medicamentos de marca, cuya patente está a punto de expirar, se han doblado. Los precios de algunos medicamentos contra la diabetes se han cuadruplicado.
Las farmacéuticas cuentan con las dos varitas mágicas necesarias para desplumar sin piedad a sus clientes. La casi total inelasticidad de demanda del mercado (los enfermos necesitan si o si sus patentadas píldoras) y su posición de monopolio de facto.
Historia de las patentes
Para cualquier historiador, las patentes retrotraen a las prácticas mercantilistas comunes anteriores a la revolución industrial.
El 1474 el Estado de Venecia fue el primero en legislar una norma conocida como Parte Véneta. Esta ley contenía todos los elementos de las leyes contemporáneas de patentes:
1) Requisitos: Novedad, altura inventiva, aplicación industrial.
2) Plazo de vigencia limitado en el tiempo (10 años).
3) Cláusulas de retroactividad: el Estado puede usar patentes en casos de necesidad, explotación nacional y caducidad por falta de explotación.
4) Requiere registro.
Las justificaciones también eran del tenor de las actuales: fomento de la innovación local, atraer innovadores extranjeros, etc.
En Francia, las patentes eran concedidas por la monarquía y por otras instituciones como la "Maison du Roi", y el Parlamento de París. La novedad de la invención era examinada por la Academia Francesa de Ciencias y desde 1555 se empezaron a publicar las “especificaciones” de algunas patentes.
Aunque inicialmente los revolucionarios franceses derogaron todos los privilegios, incluidas las patentes, la ley del 7 de enero de 1791 calificó, de manera expresa, el derecho de los inventores como derecho de propiedad universal (aceptando incluso las patentes de importación). La ley de patentes fue revisada en 1844, el costo de la patente se redujo y las patentes de importación fueron abolidas.
El Estatuto de Monopolios, ley elaborada por el Parlamento de Inglaterra en 1624, texto que se considera la primera expresión legal de la ley de patentes británica, fue en realidad una norma para limitar el poder del monarca de otorgar patentes (almidón, sal, etc) que se había convertido, en la práctica, en una forma de recaudar alternativa a la impopularidad de las subidas de impuestos. La ley limitó el derecho de patente sólo para nuevas invenciones y derogó todas las patentes y monopolios anteriores.
En Inglaterra, en la década de 1850, la corriente librecambista criticó duramente la ley de patentes como una obstrucción a la libre investigación, beneficiando a unos pocos a expensas de bien público y estuvo a punto de conseguir su abolición. El mismo The Economist publicó repetidamente puntos de vista anti-patentes.
Concentración capitalista: Proteccionismo primero y patentes después
La concentración del capital empezó a manifestar características fuertemente monopolistas durante el último tercio del s. XIX y sobre todo a partir de la Larga Depresión de 1870-1896. En Alemania y en Estados Unidos aparecieron poderosas asociaciones de productores como los konzern alemanes (Krupp, Thyssen, I.G. Farben, etc.) y los trusts americanos (Morgan, Carnegie y Moore que en 1901 se fusionaron en la U.S. Steel Corporation). Los monopolios “nacionales” precisaban de la palanca del poder estatal para establecer barreras de entrada estableciendo medidas proteccionistas de toda índole para favorecer la formación de cárteles gigantescos. En esta época las patentes jugaron un papel insignificante en el avance de la monopolización. El librecambismo fue rápidamente substituido por el proteccionismo, y el "laissez fair" por la intervención y el control del estado en la economía.
La etapa siguiente en la concentración del capital fue la globalización. Los grandes grupos transnacionales empezaron a denostar el proteccionismo en todos los foros. Para una multinacional que aspira al monopolio global el proteccionismo comercial deja de ser una barrera para convertirse en un obstáculo a su dominación.
En esta etapa globalizada, los monopolios transnacionales reorganizaron sus sistemas de protección monopolista reforzando barreras de entrada alternativas al proteccionismo comercial. En la actualidad las patentes figuran entre las barreras de entrada monopolistas más eficaces, complementándose a la perfección con el resto de barreras de entrada monopolistas como las economías de escala, el marketing del despilfarro, la segmentación del mercado y la obsolescencia planificada.
Patentes farmacéuticas e innovación
Peter Ringrose (CEO de Bristol Myers Squib): "Hay más de 50 proteínas posiblemente implicados en el cáncer con las que nuestra empresa no puede trabajar porque los titulares de patentes o bien no nos lo permitirían o bien por que nos exigen cánones abusivos.”
Históricamente, la propiedad intelectual en el sector farmacéutico ha variado enormemente con el tiempo y el espacio.
En el desarrollo de la industria farmacéutica moderna las patentes jugaron un papel nulo. En Francia, en virtud de la ley del 5 de julio 1844, las invenciones farmacéuticas no podían ser patentadas. En la mayor parte de la Europa continental, hasta hace pocos años, sólo el “proceso de producción” de un fármaco podría ser patentado, por lo que una vez que un medicamento fuera descubierto, un segundo productor también podría producirlo siempre que hubiera encontrado una manera diferente de hacerlo.
En Suiza, las patentes de productos químicos y farmacéuticos estaban expresamente prohibidas por la Constitución. Ello no impidió que el sector farmacéutico suizo fuera de los más adelantados del planeta.
En Italia, las patentes farmacéuticas habían estado prohibidas hasta 1978, cuando la Corte Suprema falló a favor de los dieciocho farmacéuticas, todas extranjeras, solicitando la aplicación de patentes sobre productos médicos en Italia. Hasta entonces, Italia había desarrollado una fuerte industria farmacéutica y a finales de la década de 1970 era el quinto productor mundial de productos farmacéuticos y el séptimo exportador.
En Alemania no se podían patentar productos sino sólo “procesos industriales”
En España, la Ley de Patentes se dictó en 1986 como consecuencia de la entrada del país en la CEE. La ley no comenzó a aplicarse hasta 1992. Antes de esa fecha,r egulaciones que databan de 1931 prohibían explícitamente patentar cualquier sustancia, proceso o producto farmacéutico.
En realidad, los países con legislaciones a favor de la propiedad intelectual (EEUU, Inglaterra) quedaron rezagados frente a la poderosa industria farmacéutica de los países sin patentes o con bajo nivel de protección (Suiza, Italia, Alemania). De hecho, firmas que no podían competir en su propio país a causa de las patentes acabaron instalándose en Suiza, Italia o Alemania.
El mercado de patentes, trolls de patentes y litigaciones
John Amster (CEO de un troll que cobra de los monopolistas para parar los ataques del resto de trolls): “Si, nosotros somos amigos de los trolls, salimos con ellos a cenar. Hacemos negocios con ellos. Como resultado le ahorramos al monopolista susceptible de ser atacado un montón de dinero”.
La propiedad intelectual consiste en el otorgamiento de un monopolio "temporal" al registrador de la patente que le permite obtener rentas de monopolio por encima de los costes reales de producción. Se vende como un incentivo a la creatividad (existen formas menos manipulables de premiar a los investigadores y creadores: premios, incentivos públicos o privados, ...). Las patentes son pues barrera de entrada legales contra la competencia que, en el caso de mercados de demanda fuertemente inelástica, como es el caso de los medicamentos, permiten mantener precios abusivos sin contemplaciones. De ahí que la principal inversión de los oligopolios farmacéuticos sea el mantenimiento de verdaderos ejércitos de lobbystas para defender y ampliar los perniciosos efectos de sus patentes de corso.
Una corporación transnacional no precisa investigar para obtener patentes. Puede comprarla o le basta con absorber al creador de la patente. A partir de entonces la patente pierde su función inicial y se convierte simplemente en una barrera de entrada clave contra la competencia para que la corporación transnacional obtenga lucrativas rentas de monopolio. Los lobbys pro-patentes al servicio de las multinacionales han logrado una poderosa legislación pro-patentes tan favorable que ha permitido el surgimiento de empresas especializadas en sacar provecho del mercado abierto de patentes.
Los Trolls de patentes son corporaciones que no fabrican ni producen ningún tipo de bien o servicio. Su actividad pura y simple es la extorsión y consiste en acumular enormes carteras de patentes que adquieren en el mercado abierto para utilizarlas para acosar a las grandes multinacionales denunciándolas en los juzgados por violación de la propiedad intelectual.
La importancia de las patentes como barreras de entrada es tal que las grandes corporaciones están gastando enormes sumas no sólo en adquirirlas sino en litigaciones interpuestas por los Trolls de patentes. En 2013, Google fue atacado por 43 demandas de Trolls. Verizon, 42; Samsung, 39; Amazon, 39; Dell, 34; Sony, 34; Huavei, 32; Black-Berry, 31, … en total unas 4800 demandas. En total los litigios costaron a los monopolistas un total de 11.000 millones entre sentencias y gastos de abogados.
Investigación farmacológica y obsolescencia planificada
En el capitalismo actual, la obsolescencia planificada se aplica a todos los sectores bajo control monopolista u oligopolista. Desde las bombillas de menos de 1000 horas o las impresoras HP con un chip incorporado que las deja sin funcionar a partir de las 200.000 copias, a los i-phones con baterías programadas para dejar de funcionar antes de los dos años. Los ingenieros reconocen que existe una relación inversa entre la duración de sus productos de diseño y la duración de sus puestos de trabajo.
Pero no nos estamos refiriendo a al clásico truco de los laboratorios de reducir la fecha de caducidad de los fármacos que producen con el fin de obtener mayores ganancias, ocasionando que los pacientes desechen los medicamentos supuestamente vencidos para adquirir otros nuevos.
En el caso de las farmacéuticas, la obsolescencia planificada reviste un carácter especialmente obsceno y truculento puesto que requiere que sus pacientes-clientes no sanen. De la misma forma que Osram o Phillips precisan que sus clientes se queden a oscuras a menudo, Pfizer, Eli Lilly y Cia, precisan que sus pacientes nunca se curen del todo, sino que permanezcan enfermos y/o se sientan enfermos para que sigan acudiendo en tropel a las farmacias. Las grandes farmacéuticas viven y prosperan con la enfermedad.
Las cadenas de valor de los monopolios farmacéuticos están diseñadas y organizadas, de cabo a rabo, para este fin. El plan de negocio no es “curar” sino “tratar” enfermedades incurables. No se trata de cobrar por erradicar enfermedades ni de cobrar por combatirlas frontalmente o prevenirlas, sino, básica y fundamentalmente, de cobrar por tratarlas durante el máximo tiempo posible.
Marketing por la orejas
Dr. Bertalan Meskó (Carta abierta de un editor de Wikipedia a las farmacéuticas en junio de 2012): “Con base a encuentros precedentes bastante negativos entre empleados de farmacéuticas y editores de Wikipedia (empleados farmacéuticos tratando de editar las entradas acerca de sus propios productos de una manera bastante no-neutral), le aconsejamos que emplee un editor de Wikipedia si usted quiere asegurarse de que sólo información basada en la evidencia sea incluida en las entradas acerca de sus propios productos. Nombrando a alguien de su empresa como su 'portavoz' en Wikipedia que realizaría todas las modificaciones en nombre de la empresa sería una excelente manera de actualizar esas entradas”.
Los monopolios innovan lo menos posible y sólo cuando se ven obligados a ello; en general, resulta más lucrativo emplear el dinero en sobornar a los políticos para que aumenten la longevidad de sus patentes, o a los médicos para que recomienden sus fármacos, o a financiar campañas masivas de márketing para colocar sus repergeñados productos a los incautos consumidores.
Una práctica abusiva tradicional de estos laboratorios es el ‘evergreening’, por el cual las multinacionales farmacéuticas consiguen mantener artificialmente sus escandalosos precios a base de extender la protección de sus blockbusters (líderes en ventas) caducados a base de pequeñas e insignificantes modificaciones de sus componentes.
Además, de la misma forma que los monopolistas industriales diseñan continuamente agresivas campañas de lanzamiento de nuevos productos inútiles y dañinos para fidelizar y aumentar su clientela, las farmacéuticas no dudan en emularlos diseñando nuevos fármacos inútiles, sin eficacia alguna (placebo) y a menudo dañinos, para multiplicar y expandir sus “líneas de negocio”.
Para colocar dichos productos son precisas enormes dosis de marketing y sobornos. Novartis gasta alrededor de 33% de las ventas en marketing y el 19% en I + D. Las 30 mayores farmacéuticas gasta alrededor de dos veces más en promoción y publicidad que en I + D.
En la actualidad, el 85% de la financiación mundial para la investigación farmacéutica proviene de fuentes gubernamentales y públicas, mientras que el porcentaje de las farmacéuticas no llega al 11%. Las grandes farmacéuticas gastan en marketing 19 veces más de lo que invierten en investigación básica.
La investigación para “nuevos” medicamentos, según datos de la agencia norteamericana FDA, no llega ni a un 15% del total del gasto total de las grandes farmacéuticas en I+D. El resto se dedica al diseño de medicamentos redundantes (fármacos “yo también”) en los que la “novedad” está en la forma de dosificación, la vía de administración, o la combinación con otro ingredientes. De hecho, alrededor del 77% por ciento de lo que la FDA aprueba es "redundante" desde el punto de vista estrictamente médico.
Triste pero irónicamente cierto, los fármacos “me-too” redundantes constituyen por tanto la única herramienta disponible capaz de inducir algún tipo de competencia en un mercado completamente oligopolístico.
Para colocarlos en el mercado, el “esfuerzo de ventas” de las grandes farmacéuticas no ha parado de crecer. Mientras que el porcentaje del personal dedicado a investigación no ha parado de declinar, el destinado a marketing a experimentó un aumento del 60% entre 1995 y 2000.
Marketing creativo
Emulando el marketing creativo de sus congéneres industriales, las grandes corporaciones farmacéuticas han adoptado y perfeccionado estrategias diseñadas para crear nuevas patologías en función de sus experimentos previos de laboratorio. En 1998, las grandes farmacéuticas norteamericanas, para emular el éxito de Viagra entre la población masculina, financiaron un encuentro de especialistas en Cape Cod (Nueva York) para determinar el perfil clínico de una nueva enfermedad de la que no se tenía noticia alguna hasta entonces: la “disfunción sexual femenina”. Un año más tarde, apareció un artículo en la revista JAMA en el cual se afirmaba, supuestamente con objetividad científica, que un 43% de la población femenina de los EEUU sufrían la nueva enfermedad mientras que Procter & Gamble ya tenía listo para su distribución un medicamente especialmente indicado para el tratamiento de la disfunción sexual femenina (parches de testosterona).Precios de monopolio y exclusión
Desde 2007 los precios de la mayoría de antiguos medicamentos de marca, cuya patente está a punto de expirar, se han doblado. Los precios de algunos medicamentos contra la diabetes se han cuadruplicado.
Las farmacéuticas cuentan con las dos varitas mágicas necesarias para desplumar sin piedad a sus clientes. La casi total inelasticidad de demanda del mercado (los enfermos necesitan si o si sus patentadas píldoras) y su posición de monopolio de facto.
Los precios iniciales para recién introducidos medicamentos son de escándalo: 15 nuevos medicamentos contra en cáncer introducidos durante los últimos 5 años cuestan más de 10.000 $ al mes.
La concentración creciente del negocio farmacéutico permite el monopolio completo sobre series enteras de medicamentos. Ello permite que, a medida que caducan sus patentes y su cifra de negocios disminuye (-19.300 millones de $ en 2013), los monopolistas lo compensen con subidas escandalosas de precios sobre los medicamentos que aún controlan (+20.000 millones de $).
Exclusión monopolista
Los monopolios no son inherentemente malos per se. Minimizar costos (economías de escala) es económico si todo el mundo utiliza el mismo producto. Los monopolios públicos pueden resultar económicamente eficientes en muchos casos.
Los monopolios públicos son más baratos para el consumidor (no hay CEOs capitalistas) y no son excluyentes. Además, puesto que no promueven la desigualdad social, seguramente son beneficiosos para el gran público vía mejores rentas.
La segmentación de mercado es una técnica típica de los operadores monopolistas. Procter & Gamble envía investigadores a las mas remotas aldeas de la India para que filmen como se afeitan los lugareños en sus chabolas sin luz ni agua corriente. A partir de la información recopilada diseñaron la Gillette Guard con sólo dos hojas de afeitar a 72 centavos de dólar que les permite hacer negocio incluso con los más pobres. Procter & Gamble se enorgullece de tales iniciativas win-win (además de reportarle pingües beneficios, demuestran que los monopolios transnacionales no excluyen a nadie, ni siquiera a los parias de la India.
En el caso de las grandes farmacéuticas, la maximización de beneficios sería un incentivo para introducir medicamentos en los países pobres a precios más bajos que en los países ricos. Esto aumentaría los beneficios de las farmacéuticas y también el bienestar de los pobres del país. Un auténtico ejemplo de win-win del que podrían alardear los departamentos de relaciones públicas de los monopolistas.
Pero la segmentación del mercado farmacéutico presenta problemas. Si se comercializaran medicamentos baratos en países o zonas pobres, pronto encontrarían el camino de vuelta a los países ricos (consecuencias indeseadas de los tratados de libre comercio).
Así pues, los oligopolios farmacéuticos son excluyentes. El 89% del mercado global de medicamentos está geográficamente concentrado en USA, la UE y Japón. Muchas enfermedades graves son simplemente ignoradas, sobre todo si quienes mayoritariamente las padecen son pobres y no tienen fondos para sufragar los costosos tratamientos a diseñar por laboratorios altamente especializados en obsolescencia humana.
Cuando se trata de productos homogéneos (no sería el caso de Procter & Gamble), si las diferencias sociales son abismales el monopolista tiende a excluir a la gran mayoría cobrando altos precios de monopolio a la minoría rica.
Delegados de grandes empresas farmacéuticas confesaban que en África del Sur los precios de sus productos están pensados para un restringido segmento del 5% del mercado, mientras que en la India su base de clientes no llegaría al 1,5%. El resto de la población no es de su interés.
El SIDA y los trolls farmacéuticos
La combinación de monopolios farmacéuticos mundiales y desigualdad social ha resultado catastrófica en el tratamiento SIDA. La lógica monopolista es aplastante. Un precio bajo asequible para todos los pacientes genera menos beneficios que un precio alto sólo al alcance de pacientes acomodados.
Si la población total con SIDA fuera de 100 enfermos y todos pudieran pagar 10 por el tratamiento, el monopolista cargaría 10 y vendería 1000 (coste unitario 5), con lo que el beneficio obtenido sería 500. Si 90 enfermos sólo pueden pagar 8 pero los 10 más ricos pueden pagar 100, la lógica monopolista no va a rebajar el precio a 8 sino que lo subirá a 100 con lo que mantendrá sus beneficios, produciendo menos y excluyendo del tratamiento al 90% de los enfermos. Esto es lo que ha ocurrido y está ocurriendo.
Entre 2007 y 2014, Xyrem (Jazz Pharmaceuticals), contra la narcolepsia, aumento en un 841%; Humulin RU-50 (Eli Lilly), contra la diabetes, 354%; EpiPen (Mylan), contra alérgias, 222%; Viagra (Pfizer), 159%; Gleevec (Novartis), contra la leucemia, 158%; Abones (Biogen Idec), contra la esclerosis múltiple, 147%; etc.
El 23 de marzo de 2005, el parlamento indio se vio obligado a aprobar, por imperativo de los acuerdos internacionales de la Organización Mundial del Comercio (OMC), una nueva ley de patentes que modificaba la de 1970 para que en el futuro la comercialización de medicamentos en la India esté sometida al sistema de patentes. Hasta este momento, en caso de que los propietarios de las patentes hicieran un uso abusivo, los laboratorios farmacéuticos indios podían producir legalmente preparados genéricos de medicamentos que estaban todavía protegidos por patentes a los países ricos. Además, según la ley ahora derogada, los genéricos indios podían ser comercializados a otros países pobres, como son ahora la mayoría de países del África subsahariana. La farmacéutica Cipla de la India vendía medicamentos antirretovirales a Médicos sin Fronteras a un costo de aproximadamente 5% del precio que cobraban las grandes farmacéuticas.
El precio del tratamiento antiretroviral se había reducido en 2004 de 12.000 a 150 dólares por persona y año. Además, como que no se tenían que respetar las patentes que obligan a producir cada medicamento por separado, los laboratorios indios podían combinar los tratamientos múltiples en una sola pastilla, simplificando eficazmente los artificialmente complicados tratamientos a base de productos patentados.
Hasta 2007 el 80 % de los genéricos que tomaban los enfermos de SIDA en países pobres provenían de laboratorios indios. Pero desde 2006 las multinacionales farmacéuticas no han parado de lanzar ataques legales contra dichos laboratorios amparándose en la nueva legislación de patentes.
El Troll farmacéutico Pfizer es responsable de la más despreciable de las manipulaciones de precios de la historia corporativa: además de mantener sus medicamentos HIV/AIDS a precios abusivos fuera del alcance de millones de seres humanos infectados Pfizer combate encarnizadamente todo intento de proporcionar dicha medicación a precios decentes al alcance de la gran mayoría de enfermos.
En 1999, un grupo de poderosos trolls farmacéuticos, amparándose en el acuerdo pro-patentes ADPIC, demandó al gobierno sudafricano por adquirir fármacos genéricos en el exterior. La campaña local y mundial en contra de esta demanda obligó al oligopolio farmacéutico a retirarla en 2001 (y a pagar las costas del juicio).
En la actualidad, 32 millones de africanos están infectadas por el virus, y sin el tratamiento y la asistencia adecuados, la mayoría de ellos no logrará sobrevivir más allá de la próxima década. La situación es igual de alarmante en zonas como América Latina y El Caribe o Europa Oriental y Asia Central (Rusia, China o India son los países del mundo donde el sida se propaga con más rapidez).
El primer caso de sida se detectó el 5 de junio de 1981. Hace treinta y tres años, los Centros de Estados Unidos para el Control y Prevención de Enfermedades emitieron el primer informe oficial de lo que se conocería como la epidemia del VIH. Los primeros signos de la enfermedad se detectaron principalmente en los países de altos ingresos, donde los nuevos casos aumentaron de manera exponencial a principios de los 80s. En realidad, el VIH se había estado difundiendo en forma desapercibida durante décadas, especialmente en el África subsahariana.
La figura de arriba muestra el número de millones de personas infectadas con VIH en función del tiempo. Puede observarse que entre 1981 y 2000, el número de personas que viven con VIH aumentó de menos de un millón a unos 27,5 millones [26-29 millones]. El gráfico muestra que en el año 2010 existían 34 millones de personas infectadas con VIH. Por el año 2005 la cantidad de infectados pareció estabilizarse, pero en los últimos años el número de infectados ha continuado creciendo adoptando la curva el perfil de los años 1980-1990. En el año 2009, se infectaron 2,6 millones de personas en todo el mundo.
Según cálculos de ONUSIDA, entre los años 1970-2009, el SIDA provocó 29 millones de muertes.
Tras fuertes movilizaciones contra el escandaloso acuerdo de la OMC de 1999 a favor de la internacionalización compulsiva de las patentes monopolistas ADPIC (Acuerdo sobre los Derechos de Propiedad Intelectual), el Consejo Ministerial de la OMC reunido en Doha, Qatar, en diciembre de 2001, se plegó al principio de que la salud pública es más importante que las ganancias y comprometió a la organización a encontrar alguna forma de autorizar licencias para exportar fármacos a países pobres sin industria genérica propia.
La declaración de Doha representó un paso importante para frenar los abusos y posibilitar el acceso a los medicamentos. La declaración apoyaba la acción de los gobiernos para proteger la salud de su población aprovechando algunas grietas del entramado legislativo de la ADPIC para burlar el sistema de patentes, extendiendo un periodo de transición libre de patentes para los países subdesarrollados hasta el 2016.
Pero los monopolistas habían triunfado puesto que el principio de globalización compulsiva de las patentes se mantuvo inalterado.
Desde entonces hemos asistido al desmantelamiento sistemático de la Declaración de Doha por medio de “acuerdos comerciales bilaterales” que imponen niveles de protección de la propiedad intelectual mucho más estrictos e inflexibles (ADPIC-Plus ) que los exigidos por la OMC y que están elevando el precio de tratamientos vitales a niveles estratosféricos. Aquí los excluidos quedan mortalmente excluidos puesto que los trolls farmacéuticos se niegan a comercializar sus medicamentos en países que no les aportan suficientes beneficios.
El VIH sigue siendo un gran negocio para las grandes farmacéuticas. Las ventas de antirretrovirales para tratar a los 1,8 millones de enfermos de los siete principales mercados, EE.UU., Japón, Francia, Alemania, España, Italia y el Reino Unido, ascendieron a $ 11.800 millones (7.600 millones €) en 2011, según cifras de la firma de investigación Datamonitor.
34 millones de personas vivían con el VIH/SIDA en 2010, y de los aproximadamente 14,2 millones que necesitaban tratamiento antirretroviral, sólo 6,6 millones lo estaban recibiendo, a causa del elevado coste. Según Unitaid, 1,8 millones de personas murieron de SIDA en 2010, entre ellos 250.000 menores.
Desde Doja, los trolls farmacéuticos y sus ejércitos de lobbystas vienen blindando y reforzando furiosamente sus sistemas de patentes de manera que los nuevos medicamentos queden fuera del alcance de los enfermos con menos recursos, creando una "brecha mundial de los medicamentos", entre los que pueden permitirse el lujo de pagar por las costosas medicinas antirretrovirales y los que no.
Este año 2014 puede significar un punto de inflexión. Ejércitos de abogados al servicio de los trolls farmacéuticos están intentando estrangular el flujo de suministro de medicamentos genéricos producidos en la India y Brasil. La Unión Europea está exigiendo la inclusión de un ADPIC-Plus en el tratado bilateral de libre comercio que se está negociando con la India y el troll Novartis está litigando contra el gobierno Indio desde 2006 para impedir que fabrique antirretrovirales. Las perspectivas para el acceso a la medicina por parte de la población pobre del sur se hace más sombría cada día. El horror cotidiano de ver como millones de personas mueren innecesariamente de VIH / SIDA, porque los codiciosos trolls farmacéuticos les niegan el acceso a medicamentos genéricos, ¿un daño colateral de la bondad incuestionable de la globalización?
Links
http://bhrd.org/fe/subinfocus.php?id=49
http://www.cristianismeijusticia.net/es/los-crimenes-de-las-grandes-companias-farmaceuticas
http://www.theguardian.com/commentisfree/2013/feb/22/hiv-aids-deaths-pharmaceutical-industry
http://www.independent.co.uk/news/business/analysis-and-features/big-pharma-and-the-business-of-hivaids-2147987.html
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