Es esta técnica de protección monopolista la está empleando Google pero a gran escala: ha creado una especie de foso de 360ª entorno a su rutilante negocio buscador/publicista en el que van cayendo diversos complementos de búsqueda absorbidos por el gigante y que se ofrecen gratuitamente para desanimar posibles competidores.
R. V. MacChesney (Digital Disconnect): “Resulta profundamente irónico que Internet, el cacareado campeón del creciente poder del consumidor y de la competencia feroz, se ha convertido en uno de los mayores generadores de monopolio de la historia económica”…
Benhamin Franklin (autobiografía): "De la misma manera que nosotros disfrutamos de grandes ventajas por las innovaciones de otros que nos precedieron, deberíamos estar agradecidos de la oportunidad para servir a otros gracias a nuestros propios inventos y esto deberíamos hacerlo libre y generosamente".
Así pues, en su denostado afán por elevar barreras infranqueables frente a posibles futuros competidores, en un medio tan maleable como es el de la tecnología digital, Google está manteniendo la ilusión de una Internet primigenia, un territorio comunal en el que la información fluye libremente y a coste prácticamente cero. De esta forma, y a pesar de ir esquivando la pegajosa maraña (a menudo infranqueable) publicitaria, el sufrido navegante actual experimenta aún cierto halo de libertad, una sensación que retrotrae levemente a la libre, segura y prometedora navegación de los primeros internautas de finales del pasado milenio.
Monopolios naturales
Frank Norris: (The Octopus, 1901) “La amenaza real de nuestra República es el gobierno invisible del monopolio, que como un pulpo gigante extiende sus patas viscosas sobre nuestras ciudades, estados y naciones”.
El ferrocarril es un monopolio natural (no tendría ningún sentido la existencia de varias líneas de ferrocarril paralelas), como lo es el servicio de alcantarillado, u otros servicios públicos.
Durante el comienzo del desarrollo del ferrocarril en América en el siglo XIX, docenas de pequeñas empresas iniciaron la construcción de pequeñas líneas de ferrocarril de unos pocos kilómetros. Pero la construcción de los ferrocarriles transcontinentales exigía grandes inversiones y sólo unas pocas empresas tenían la envergadura suficiente.
El siglo XIX fue una época de expansión hacia el Oeste norteamericano. Miles de buscadores de oro y esperanzados empresarios acudían a la frontera con la intención de hacer fortuna. No fue hasta el desarrollo de los ferrocarriles, sin embargo, que la expansión hacia el Oeste alcanzó su ritmo furioso. Con el ferrocarril, ya no era necesario que todos los asentamientos fueran autosuficientes: Podrían simplemente "importar" lo que fuera necesario.
En 1869, la Central Pacific Company y la Union Pacific, con la ayuda de ingentes subsidios estatales, terminaron la construcción de la línea transcontinental. Una nueva era de comercio había comenzado, La transcontinental unía la costa oeste, antes aislada, con los estados y sus manufacturas intensivas del Este.
Se habían puesto efectivamente las bases para establecer uno de los monopolios más completos y opresivo de la historia americana.
A principios de 1870, se había establecido un monopolio de facto en California dejando a los productores y los minoristas sin más opción que sufragar los exorbitantes costos que imponía la Central Pacific.
La enorme envergadura del negocio integrado del ferrocarril permitía consecución del monopolio total, el monopolio al cuadrado, el sueño de todo capitalista: monopolio vendedor (altas tarifas) y monopsonio comprador (acero, carbón, maquinaria, madera, … )
En respuesta a la movilización de los granjeros y al creciente descontento nacional frente a los abusos monopolistas, se constituyó la Comisión Interestatal de Comercio (1887) creada para atender las denuncias de particulares o empresas individuales, y para garantizar unas "justas y razonables" tasas. Este fue el primer organismo diseñado para frenar o regular los monopolios, y desde entonces ha servido como prototipo para diversas agencias y legislaciones posteriores.
Historia de Internet
La aparición en escena de Internet representó en sus inicios un campo semejante al inexplorado gran Oeste americano (y sin indígenas a los que aniquilar). Tim Berners Lee creó la World Wide Web en 1990, como un servicio público, afirmando explícitamente que hubiera sido impensable patentarla o exigir honorarios por su uso.
Se trataba de un basto territorio comunal, una nueva Antártida del conocimiento y la promesa de una inmensa esfera democrática de intercambio de comunicación sin barreras ni restricciones.La revolución digital iba a significar la 4ª gran transformación en la comunicación, tras la comunicación oral, la escritura y la imprenta.
Internet proporcionaría fácil acceso a información útil, ridiculizando la publicidad y mejorando la sociedad libre, reconduciendo los recursos y talento que se malbaratan en la indoctrinación comercial, hacia la educación, las artes, las ciencias, los valores sociales y el pensamiento crítico. La Nacional Science Fundation Network (NSFN), el predecesor de Internet, limitaba explícitamente el uso de Internet para usos no comerciales. Internet debía ser un espacio en el que los ciudadanos podrían refugiarse y escapar del ataque insidioso de la publicidad.
Los ciberoptimistas afirman desde los años 1990s que Internet sería una fuerza que impulsaría la democracia y la bondad en todo el orbe, acabando con los monopolios de la información y el control centralizado sobre las comunicaciones. El creciente acceso a Internet en el tercer mundo impulsaría el desarrollo económico, reduciría la pobreza, aumentaría la libertad de expresión, facilitaría el libre flujo de la información y la promoción de los derechos humanos.
Internet era el resultado de un largo proceso de investigación del sector público y de una inversión pública astronómica. También incluía una inmensa cantidad de trabajo voluntario que había proporcionado un flujo continuo de software para mejorar su funcionalidad. El antecesor inmediato de la WWW fue la ARPanet, diseñada sin ningún control centralizado, de forma que el sistema fuera neutral. Ningún ordenador estaba “al cargo”, lo cual facilitaba el desarrollo de aplicaciones específicas desde cualquier punto de la red que inmediatamente expandían su uso por todo el sistema. No es de extrañar que el sector privado no estuviera para nada interesado en el desarrollo del proyecto.
Pero privatizar y poner coto a lo público, forma parte del instinto capitalista. Todo aquello que no es escaso no es susceptible de negocio. La idealizada "conquista del Oeste" consistió básicamente en generar escasez vallando y privatizando inmensos territorios comunales. El utópico ciberoptimismo fue el convidado de piedra a la celebración del matrimonio de conveniencia entre Internet y el capitalismo monopolista realmente existente.
Amenaza a la industria audiovisual
Internet significaba una grave amenaza para la supervivencia de la industria audiovisual. Sólo era cuestión de tiempo (banda ancha) para que la revolución digital proporcionara comunicaciones de voz y acceso a toda suerte de entretenimiento audiovisual a un precio prácticamente nulo.
• Internet facilitaba circunvalar las barreras de entrada a nuevos competidores en una industria audiovisual cartelizada que hasta entonces se había sentido segura y feliz con sus rentas de monopolio. En la nueva plataforma digital que ofrecía Internet, ya no era precisa una enorme inversión para obtener licencias o adquirir estudios de cine. Como todos los medios audiovisuales cambiaban a formato digital, la tradicional distinción entre los diversos sectores desaparecía.
• Otra amenaza que se cernía sobre la industria audiovisual era la dificultad de hacer pagar por los contenidos online. La gran barrera del copyright, a la sombra de la cual la industria audiovisual había prosperado y se había monopolizado, parecía que iba a quedar reducida a escombros.
• Por último, pero no por ello menos importante, no se sabía como hacer funcionar la publicidad en Internet.
La reacción natural de la atemorizada industria audiovisual fue:
• Fusionarse más y más entre ellos (convergencia de medios) hasta quedar reducido el sector a un puñado de grandes corporaciones (Viacom, CBS, Time Warner, News Corp, Bertelsmann AG, Sony, NBC Universal, Vivendi, Televisa, Walt Disney , Hearst, O Globo, Lagardère)
• Comprar cualquier firma prometedora (startup) que amenazara competencia.
• Forzar hasta el paroxismo la regulación del copyright, aumentando la casuística, los plazos de protección con cláusula de retroactividad y la dureza de las sanciones. A la par con el lobby regulatorio legislativo, opacos y oscuros pactos privados “anti-piratería” entre PSIs (Proveedores de Servicios de Internet), buscadores y monopolios audiovisuales, están cada vez más a la orden del día.
• Lobbying multimillonario a favor de la introducción una legislación – Stop Online Piracy Act (SOPA) – que les hubiera permitido cerrar dominios enteros a placer sin apertura de causa judicial alguna. La fuerte oposición desencadenada (Wikipedia cerró su sitio web durante una jornada), y la participación de Google (el negocio de Google se basa en la baratura de los contenidos), consiguieron derrotar la propuesta.
• En esta línea, la industria manipuló al gobierno norteamericano para que promoviera y negociara una regulación a nivel internacional -Anti-Counterfeiting Trade Agreement (ACTA) – con intenciones parecidas. El cerrado secretismo en la negociación y la desmesura de las pretensiones de copyright, coerción, opacidad, falta de garantías, … llevaron a su rechazo por parte del Parlamento Europeo en julio de 2012.
Los Proveedores de Servicios de Internet (PSIs)
Los antiguos monopolios telefónicos aprovecharon la ventaja de su control del cableado necesario para la conexión a Internet para hacerse con el control del nuevo medio de comunicación. Pronto se formaron poderosos cárteles de proveedores de servicios de Internet que como sus predecesores, las compañías telefónicas, obtienen enormes rentas de monopolio por el sobreprecio pactado, dejando, por supuesto, sin conexión a los usuarios de áreas remotas o insuficientemente pobladas.
AT&T (75% del mercado USA) es un declarado oponente a la "neutralidad en la red" y pretende acabar con ella para convertir Internet en una autopista de peaje, beneficiando a las grandes compañías y dejando a los demás fuera de juego, a velocidades de vía secundaria.
Aseguradas sus posiciones monopolistas en las conexiones cableadas, han aprovechado su experiencia manipuladora para doblegar y someter a las agencias administrativas, legislativas y gubernamentales, para apoderarse también del espectro electromagnético de la comunicación sin hilos, convirtiéndose también en monopolios proveedores de la telefonía móvil.
A parte de las barreras de entrada, los trucos son variopintos para eludir la débil legislación antimonopolio que pueda amenazar sus intereses.
• Cuando la presión popular obliga a un gobierno a facilitar la entrada de nuevas operadoras, (Canadá), los oligopolios “crean” nuevas operadoras filiales ofreciendo tarifas muy bajas (dumping) para hundir a sus posibles nuevos rivales.
• Es esta técnica de protección monopolista la está empleando Google a gran escala: ha creado una especie de foso de 360ª entorno a su rutilante negocio buscador/publicista en el que van cayendo diversos complementos de búsqueda absorbidos por el gigante (Checkout, Google Health, Android, YouTube, Blogger, Reader, News, Earth, Desktop, Calendar, Docs, Gmail, Social networking, photos, Translate, GOOG-411 etc.) y que se ofrecen gratuitamente para desanimar posibles competidores.
• Otra práctica barrera de entrada de los teleoperadores es subsidiar el costo de los teléfonos caros como iPhones y BlackBerrys de gama alta, siempre y cuando los clientes se comprometen a contratos plurianuales.
• Otra barrera para proteger el negocio monopolista es el “product bundling” (agrupación de productos), adaptación de una estrategia de marketing consistente en ofrecer varios productos para la venta como un producto combinado. Esta estrategia es muy común en el negocio de software (por ejemplo: procesador de textos, hoja de cálculo, base de datos, presentaciones, …, en una sola suite de oficina), o en la industria de la televisión por cable (por ejemplo, el producto básico por lo general ofrece un paquete de muchos canales). La operatoria es sencilla: si un cliente ya está comprando un producto de la empresa, probablemente podamos persuadirlo a comprar otros simplemente descontando el precio y consolidar todo en una sola factura.
• Unos pocos PSIs facilitan que la policía y las agencias de inteligencia puedan vigilar a los internautas. Los PSIs en la actualidad integran una amplia gama de equipos de vigilancia y detección de paquetes en sus redes, que luego alimentan las bases de datos de los servicios de inteligencia (DCSNet en los Estados Unidos, o SORM en Rusia), lo que les permite controlar el tráfico de Internet en tiempo real.
El principio de neutralidad en la red
La neutralidad en la red es una regulación que obliga a que todos los datos sean transportados en la red, sin discriminación alguna, a la misma velocidad, de forma que una página sobre música aragonesa gozaría del mismo tratamiento que la página inicial de Microsoft.
La discriminación permitiría cobrar más los grandes usuarios, discriminar a los pequeños, y censurar a placer a los que consideraren inconvenientes.
La regulación proviene de las campañas y movilizaciones contra los abusos de los monopolios de la telefonía fija convencional. Sin tal regulación, los PSIs podrían privatizar totalmente Internet, discriminando entre los usuarios, convirtiendo la red en algo parecido al Canal Plus y cobrando exorbitantes primas por publicidad en sus respectivos cotos cerrados.
En EEUU tuvo lugar una enorme campaña pública entre 2005 y 2006, liderada por Free Press, para defender el principio de neutralidad. Google apoyó también la campaña puesto que su buscador se basa precisamente en el mantenimiento de dicha regulación.
Barack Obama declaró su “firme compromiso” con el principio de neutralidad en la red.
En diciembre de 2010, se aprobó el principio de neutralidad en la red para los PSIs cableados, pero fue abandonado para los PSIs sin hilos, el campo que va ha dominar la Internet.
El avance imparable de los monopolios en Internet
R. V. MacChesney: "Uno de los hechos sorprendentes de la era digital ha sido que en ciertos aspectos la red se está convirtiendo más de un desierto de información que en la floreciente selva tropical información que todos deseábamos. Con esto no quiero decir que no haya una cantidad infinita de material informativo online, o que una persona no sea capaz, hoy, de encontrar material informativo con relativa facilidad en comparación con lo que hubiera podido encontrar un millonario hace menos de una generación. Pero todo esto está siendo sometido a un ataque feroz por los cárteles de las telecomunicaciones, los conglomerados de medios de comunicación, los monopolistas de Microsoft, Google, Apple y Amazon, los gigantones de la mercadotecnia, y las agencias de investigación estatales, en un esfuerzo combinado para hacer de Internet su feudo privado."Oficialmente, Internet fue formalmente privatizada entre 1994 y 1995 cuando el NSFN, tras secretivas negociaciones, cedió el testigo al sector privado. Entonces parecía que los usuarios comerciales y no comerciales podían coexistir fácilmente.
En los 1990s, el neoliberalismo en ascenso campaba desafiante y la noción de bien público o regulación en favor del interés público era, cuando menos, algo sospechoso o susceptible de ser ridiculizado. La opinión dominante era que los negocios y el beneficio privado constituían la forma más eficiente del desarrollo de cualquier sector o tecnología.
Además, la burbuja tecnológica de las punto.com facilitó que las políticas que promovían el desarrollo comercial en la red parecieran, no sólo apropiadas, sino brillantes. La emergencia de empresarios visionarios como Bill Gates representaban la encarnación del matrimonio por amor entre Internet y el capitalismo.
En la actualidad, la mayoría de los sectores de Internet están ya dominados por una compañía en régimen de monopolio o un oligopolio. Google posee el sector de la búsqueda; Facebook el de las redes sociales; e-Bay el de las subastas; Apple domina la entrega de contenidos online, Amazon controla el sector minorista; Skype controla las videoconferencias, tweeter, las redes de mensajes, …
La normativa internacional (y por supuesto las legislaciones nacionales) favorecen de tal manera a los monopolios que cualquier firma que no alcance rápidamente posiciones de monopolio, o bien es absorbida, o bien es eliminada, o bien cae en el submundo económico de las subcontratadas (Foxconn, ...). Los monopolios están apareciendo en los sectores más variopintos (venta detallista, mensajería, muebles, ...) y evidentemente en el terreno digital, el más propenso a la globalización.
La abundancia de información en la red no es negocio. La lógica monopolista requiere generar escasez. El negocio se hace a partir de la escasez y en el caso de Internet, la escasez debe ser creada. Se trata de escasez artificial y por lo tanto requiere la intervención de las instituciones públicas en connivencia con el capital monopolista, y esto es lo que está ocurriendo. De la mano de un legislador sumiso, el capital monopolista se está enseñoreando del sector con una rapidez y contundencia inauditas.
Progresivamente, el territorio de intercambio de información y conocimientos va siendo parcelado, vallado, "protegido", compartimentado,..., y su valor de uso de acceso universal, convertido rápidamente en valor de cambio de acceso restringido y controlado.
El capitalismo monopolista se están apropiando de la red, elevando enormes barreras de entrada para consolidar sus posiciones. Unas pocas firmas pretenden copar todo la Internet y asolar o colonizar cualquier nuevo territorio que pueda surgir.
Internet está siendo rápidamente comercializada, patentada, privatizada, espiada y monopolizada.
En la actualidad Internet, en cuanto que médium social y sistema de información, está dominado por un puñado de firmas de tamaño colosal. Estos gigantones (Microsoft, Google, Faceboock, Apple, Amazon y los cárteles de operadores) nadan en un océano de caja que utilizan para adquirir cualquier cosa que pudiera llegar ha hacerles la más mínima sombra.
A golpe de talonario todos los monopolistas “compiten” entre si, expandiéndose hacia áreas adyacentes para monopolizarlas o crear nuevos servicios monopolizados, de forma que lo que estimula a los nuevos “emprendedores”, desde buen principio (puesto que no hay otra posibilidad), es ser comprados por alguno de los grandes.
Apple ha creado así todo un imperio de industrias digitales monopolizadas. Google también se expande fuera del negocio de los buscadores, Amazon pretende ampliar sus dominios hasta hacerse con el monopolio de todo el negocio minorista en la red. Muchos de los grandes sitios de Internet (You Tube, Pay Pal, Skype, Hotmail, …) ya están controlados por los grandes. Entre 2000 y 2011, Amazon , Apple, Comcast, AT&T, eBay, Google, IBM, Intel y Microsoft se gastaron alrededor de 200.000 millones de $ en adquisiciones superando de lejos al segundo en la lista, el sector financiero norteamericano (66.000 millones de $)
Para que fuera posible la aparición de un nuevo Microsoft, otro Google, u otro Facebook, sería precisa la emergencia de una nueva industria digital libre de patentes y que a su vez pudiera ser rápidamente monopolizada. En las condiciones actuales, no parece que los grandes colosos digitales vayan a dejar aparecer ningún posible gigantón a repartirse el pastel.
Monopolios nodales
Una de las más efectivas barreras de entrada de los monopolios tradicionales son las economías de escala por el lado de la oferta. El aumento de la escala de la capacidad productiva reduce los costes medios impidiendo la entrada a competidores con menor capacidad productiva.
Internet se ha ido convirtiendo en un medio propicio para que el “ganador” arramble con todo. En Internet, ocurre lo que los economistas denominan “efectos de red”: todos ganan entrando a participar en un único servicio o recurso. Las redes de información generan economías de escala por el lado de la demanda, es decir, cuanto más grande eres, más fácil es atraer nuevos clientes. Cuantos más entran en Facebook, más relaciones sociales son posible y más atractivo es para nuevos clientes que “se sienten excluidos” y abandonan otras plataformas (MySpace) menos exitosas. Este proceso de continuo feedback y concentración ocurre de forma acelerada (Ley de Metcalfe).
Otro factor que favorece la rápida monopolización en Internet es el estándar técnico (sistemas operativos, estándars de formato de video, wi-fi chipsets, …). Consumidores y creadores de aplicaciones tienen que pasar por este mismo puente para ponerse en contacto y poder hacer uso de internet de forma efectiva. Una vez establecido, la firma que lo patentó detenta un lucrativo monopolio natural.
Patentes, innovación y el principio de neutralidad en la red
Tim Berners-Lee, el creador de la WWW en 1990: “Hubiera sido impensable patentar Internet o exigir una cuota de navegación”
La asunción general es que aumentar la duración de la protección pública para las patentes/copyright sirve a los intereses de los inventores/artistas y por lo tanto favorece la innovación y el bien general. Sin embargo la realidad confirma todo lo contrario. Quienes promueven con más fuerza y dinero el endurecimiento de las leyes de protección, son los monopolios que "las adquieren" (algo que debería estar prohibido) a millares para asegurar sus rentas de monopolio y elevar barreras infranqueables a cualquier amenaza innovadora.
La vorágine de las patentes (millones de patentes se crean cada año) es similar a la del copyright. Un teléfono móvil de 2012 acumula más de 5.000 patentes. Google adquirió Motorola, una empresa quebrada, por una fortuna, debido a sus más de 17.000 patentes. Detrás de esta manía patentadora está la batalla por acabar con el principio de la neutralidad en la red, ahora reducido a la comunicación cableada.
Apple, desde sus inicios, persiguió esta vía propietaria. Compartimentar, creando un entorno propietario y exclusivo del que el internauta no pueda escapar.
Excusas monopolistas digitales
En contra de la evidencia, los sicofantes del neoliberalismo siguen cacareando que las nuevas tecnologías derribarán las barreras erigidas por los monopolios en una nueva ola schumpeteriana de “destrucción creativa”. Otros, más cínicos, aseguran que el capitalismo funciona mejor con un puñado de monopolios.
A favor de las prácticas monopolistas se ha objetado que, de la misma forma que la estructura de Internet favorece la formación de monopolios, esta misma estructura los amenaza también puesto que la posible alternativa está justo a un “clic” (lista de webs difuntas), de ahí su hipotético esfuerzo en mantener altos niveles de calidad y buen servicio. La justificación de sus prácticas y barreras monopolistas se debería al temor por su supervivencia si alguien desarrolla un algoritmo mejor en su garaje.
Las efímeras “guerras” monopolistas
Sin embargo, en una época de enorme fluidez tecnológica, los monopolistas contienden agresivamente en ciertos momentos (escaramuzas o ataques sobre el territorio controlado por sus colegas), al tiempo que siguen siendo clientes y proveedores entre ellos y pueden formar alianzas o cooperar estrechamente entre si.
La momentánea sensación de competencia exacerbada en el sector digital no se debe a la existencia de multitud de firmas "compitiendo" permanentemente entre si, sino a temporales escaramuzas entre unos pocos monopolios para apoderarse o asegurar posibles vías emergentes de un negocio muy fluido.
En 2012, Apple lanzó diversas escaramuzas contra el mercado cautivo de Google, al tiempo que Google hacía lo mismo con respecto al campo protegido de Microsoft (aplicaciones office para iPads) , el cual había lanzado, a su vez, un ataque contra Apple (una tablet de Microsoft).
Un futuro de “grandes superficies digitales”
Cuando emerge una nueva área prometedora, la batalla puede parecer feroz hasta que quede establecida definitivamente (en un período de unos pocos años) la dominación imperial. No se trata, en absoluto, de una sana y perdurable competencia en beneficio de los consumidores, sino de una escaramuza previa al corralito definitivo, controlado por el más fuerte.
La hoja de ruta la estableció Apple desde sus inicios. Las intenciones quedan claras por el signo y la pendiente que toman las actuales escaramuzas: controlar un dispositivo y todo el software y aplicaciones operativas en el mismo, de forma que el consumidor se encuentre atado dentro de un ecosistema digital del que no pueda escapar. Una vez cazado, el monopolista lo tiene fácil para colocarle toda la línea de productos y aplicaciones que controla. Se trata de reproducir el sistema de las grandes superficies monopsonistas a escala digital.
Google está bien situado puesto que ya posee YouTube, blogspot, Gmail, G Hearth, aplicaciones de agregación de noticias, G office, navegador Crome, traductor, interfaces en 180 idiomas, … y ha lanzado su smartphone y tablets (Nexus)
Microsoft también ha lanzado su smartphone Kin, con un paquete propio de aplicaciones (KIN Studio, KIN Spot, zune, Bing, Geolocalización, …)
Publicidad digital monopolista y espionaje en la red
Eli Pariser : “Con Google, Internet nos está mostrando lo que piensa que queremos ver, pero no necesariamente lo que necesitamos ver”
La información es un bien público por naturaleza, un comunal al que todos deberíamos poder acudir libremente para alimentar nuestras neuronas. El consumo de un individuo no impide su consumo por el resto de sus congéneres. Si se hace pagar a algunos usuarios, siempre habrá usuarios free riders que no pagan.
Cuando se privatizó la primera radio o la televisión, la única manera de hacer negocio fue introducir la publicidad y cobrar por ello. Con la progresiva monopolización de la economía, la publicidad se fue haciendo cada vez más invasiva y perniciosa hasta hacerse insoportable.
Internet emergió como un espacio libre de publicidad. Sin embargo, a mediados de los 1990s, los intereses corporativos se las ingeniaron para también invadir este nuevo medio de comunicación.
Inicialmente los publicistas se enfrentaban a tres problemas:
• La publicidad en Internet durante los 1990s se demostró completamente ineficaz y con rendimientos miserables. La gente pasaba de clicar sobre los anuncios.
• Ya no era posible convertir los PCs en máquinas expendedoras con un sistema integrado de pay per view. Los usuarios ya había probado las ventajas de la apertura de la red y el infinito espacio de contenido libre.
• Demasiados clics adyacentes al clic deseado por el publicista hacían necesario una munición más precisa para bombardear a los felices usuarios digitales.
Los publicistas empezaron a llenar subrepticiamente de pequeños archivos espías (cookies) los ordenadores de los internautas para seguir sus actividades en la red y atacarles con anuncios relacionados con sus preferencias registradas por las cookies.
La cosa mejoró con el advenimiento de la banda ancha a principios del presente milenio. Ahora los publicistas podían bloquear a gusto un vídeo o una película, como hacen en la radio o la televisión.
Pero la conquista publicitaria definitiva de la red no fue posible hasta el asalto directo a la intimidad de los internautas por parte de Google (en sus inicios Google renegaba de la publicidad). Google, situando a los anunciantes en la cabecera de su buscador, y encaminando los anuncios directamente a sus espiados objetivos, se ha convertido en un cuello de botella imprescindible por el que tienen que pasar obligadamente todos sus clientes publicistas para llegar a los internautas.
Con la mayoría del negocio publicitario en Internet en sus manos (1,5 millones de publicistas) Google ingresó 36.000 millones de $ en 2011.
La misma existencia de Google se ha convertido en un factor clave de la irremisible monopolización de Internet puesto que la mayoría de las grandes corporaciones del sector (Google, Yahoo, eBay, Amazon, IAC-Ask.com, AOL, MySpace, … ) se han convertido en financieramente interdependientes porque todas dependen financieramente de Google para monetizar las actividades de sus usuarios en la red.
En la actualidad Google puede rastrear el 90% de todos los usuarios de Internet. En 2008, Google adquirió DoubleClick por $ 3.200 millones (DoubleClick generaba solo unos ingresos de $ 300 millones). La razón era que DoubleClick poseía una enorme base de datos fruto de su intensivo espionaje en la red, base de datos que habría proporcionado una plataforma excepcional para un posible competidor en el control de la publicidad en Internet. (Microsoft andaba también detrás de DoubleClick)
Para una firma como Google hay beneficios a ganar proveyendo de herramientas de seguridad y control a los gobiernos y corporaciones y poco mercado ayudando a la disidencia u otras causas de derechos humanos. Tales colaboraciones son en su mayoría secretas.
La dominación de Internet por un puñado de compañías monopolistas así como la emergencia de la estructura de nube, es una ventaja para los gobiernos que sólo tienen que negociar con un puñado de gigantes para controlar lo que pasa en Internet. Google es interpelado continuamente para que suministre datos a las agencias gubernamentales y cede en el 93% de los casos. El acoso a WikiLeaks demostró el estado de descomposición en que se encuentra Internet (WikiLeaks no fue el principio de un nuevo periodismo más libre sino más bien la excepción y el canto del cisne de lo que hubiera podido llegar a ser una Internet libre de monopolios).
Los cárteles de PSIs (Verizon, AT&T, …) han convertido en negocio sus servicios de espionaje para el gobierno, cobrando a tanto la pieza (1,3 millones de demandas hasta el verano de 2012). LexisNexis ha desarrollado un producto que proporciona a las agencias gubernamentales información sobre lo que hace la gente en las redes sociales.
En Abril de 2012, se presentó para su aprobación en el Congreso la Cyber Intelligence Sharing and Protection Act (CISPA) que permitiría a las compañías y el gobierno traspasar legalmente la protección a la privacidad y espiar el tráfico de e-mails, peinados de mensajes de texto, filtrar contenido online, y bloquear el acceso a sitios web. Permitiría a las compañías facilitar sus bases de datos a requerimiento del gobierno (datos de Facebook, historial de Twitter, contactos en los teléfonos móviles, …, sin ningún tipo de supervisión legal. CISPA daría cobertura legal a lo que ya están haciendo los monopolios de la red, por eso están todos de acuerdo en su aprobación. Con CISPA, además, el gobierno podría remunerarles abiertamente por sus servicios y dar cobertura legal a su espionaje global. Como ocurrió con la SOPA, la proposición no llegó a aprobarse pero, parece que, si no hay suficiente oposición popular, sólo es cuestión de tiempo y un poca más de lobbying, para que las corporaciones obtengan el ansiado premio desregulador a sus desvelos.
El hiperbólico monopolio de Google (la paradoja de Google)
Google está aplicando la vieja técnica de los oligopolios de la telefonía móvil: cuando el gobierno pretende facilitar la entrada de nuevas operadoras, los operadores “crean” nuevas operadores filiales ofreciendo tarifas muy bajas (dumping) para hundir a sus posibles nuevos rivales. Lo nuevo (y difícil de calibrar) es la escala o magnitud en que está empleando esta vieja operatoria.
La paradoja es que la estrategia de Google para defender y/o ampliar su posición de monopolio le lleva a apoyar muchas de las bases primigenias sin las cuales Internet nunca hubiera sido posible:
• Lucha por la mayor transparencia y libertad en la creación de software, en el acceso y uso discrecional de la banda ancha y el espectro magnético, por el libre acceso a los contenidos, etc.
• Participa en las movilizaciones para hacer al gobierno más abierto y transparente.
• Neutralidad de la red: Google promueve la aprobación de una ley que prohíba los proveedores de banda ancha la diferenciación de precios entre sus clientes, a fin de crear un espacio común de banda ancha, ya sea a través de un precio común regulado o a través de la propiedad o control público de las redes de banda ancha.
• Acceso inalámbrico abierto y cesión gratuita de los espacios en blanco: Google defiende que la agencia reguladora FCC debería obligar a las licencias inalámbricas de banda ancha a ser "abiertas" o crear espectros comunitarios gratuitos en lugar de ser excluyentes y manteniendo grandes zonas del espectro inutilizadas para evitar la intromisión de posibles competidores.
• Reversión del abuso del Copyright: Google propone una reforma en orden a conseguir una reversión drástica de las reglamentaciones abusivas y desproporcionadas en copyrights y derechos de autor, puesto que el exagerado coste de los contenidos perjudica su negocio (Google capitanea la oposición a la SOPA y al ACTA). Los monopolios audiovisuales consiguieron que Google modificara sus algoritmos para que los supuestos violadores de copyright desaparecieran en las últimas páginas del buscador.
• Reivindica el mantenimiento y la potenciación del Open Source: Google apoya los esfuerzos para favorecer el software libre y abierto (al contrario que su gran competidor: Microsoft)
• Telefonía móvil abierta: Google promueve una acción regulatoria por parte de la agencia de control norteamericana FCC que favorezca la gratuidad de los sistemas operativos para móviles (y en concreto su Android).
Googgle detenta de facto el monopolio de la publicidad en la red. Google es un monopsonio en el mercado de la publicidad puesto que detenta un enorme porcentaje de la audiencia global. Como en el caso de las estanterías de WalMart, la mayoría de los proveedores de publicidad dependen del lugar preeminente que obtengan en el buscador de Google. Para la desesperación de muchos monopolistas de contenido, Google controla el mecanismo de monetización de la información en la red: además del buscador, detenta la mayor red de publicistas, la mayor red de servicios y monitoraje publicitario, la mayor base de datos sobre las intenciones de los usuarios, el casi perfecto conocimiento sobre la demanda y oferta de publicidad en la red, el inventario de espacio disponible para los publicistas… Además, para escarnio de todos, Google opera como una verdadera caja negra, invisible frente a clientes, licitadores, reguladores, inversores y competidores.
Así pues, en su denostado afán por elevar barreras infranqueables frente a posibles futuros competidores, en un medio tan maleable como es el de la tecnología digital, Google está manteniendo la ilusión de una Internet primigenia, un territorio comunal en el que la información fluye libremente y a coste prácticamente cero. De esta forma, y a pesar de ir esquivando la agresiva maraña publicitaria, el navegante actual experimenta aún algo del alo de libertad de los primeros internautas de finales del pasado milenio.
Esquema creado por monopolistas que denostan el papel central de Google en la red
Según sus contrincantes monopolistas (NewsCorp,Viacom, Sony Corp., General Electric, NBC Universal, Time Warner Inc. Walt Disney, Microsoft, Apple, …), Google es un gran monopsonista (a la WaltMart, al que en cambio no critican) que paga miserablemente a sus proveedores de contenido, haciendo asequibles o totalmente gratis buena parte de los contenidos que circulan por Internet. Cierra además el paso a posibles vías lucrativas de negocio ofreciendo sus aplicaciones gratuitamente a los internautas.
Lo cierto es que Google se ha convertido en un monopolio natural de obligado paso para la mayoría, clientes y proveedores. De facto está actuando como un monopolio público puesto que no excluye prácticamente a nadie y contribuye a preservar el carácter público de la información.
Lo más apropiado sería convertirlo en un monopolio público de facto para reforzar y preservar la neutralidad de la red y evitar que se convierta en un coto cerrado en beneficio de unos cuantos monopolios avariciosos y excluyentes. Bienes públicos son bienes o servicios de los que no puede excluirse a los consumidores que “no pagan” (free riders) por ellos y que el uso de unos no impide ni excluye su uso por terceros (la defensa, las campañas de vacunación, la educación, , …) . A ninguna empresa privada le interesa este “negocio”. Por eso lo asume el estado. ¿A quien interesaría la búsqueda por Internet si no hubiera publicidad asociada?