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¿Era capitalista la URSS?

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Robert Kurz: "Como burocracias estatales, los partidos obreros marxistas no sólo tuvieron que asumir las tareas burguesas de una forma mucho más enfática de lo que sucediera antes en Occidente; en verdad, paradójicamente, tuvieron que engendrar la clase obrera, como material humano del propio proceso de explotación, por primera vez a gran escala social."...." Se trataba de conquistar el poder estatal, con el fin de instalar una máquina estatal moderna responsable de la industrialización capitalista de Estado, ...; el "comunismo" funcionaba simplemente como rótulo del nuevo impulso modernizador del capitalismo de Estado".


Unión soviética y capitalismo. ¿Era capitalista la URSS?


Ni “soviético”, ni “comunista”, ni “socialista”, ni “democracias”, ni “populares”: capitalismo.

Si la revolución rusa significó inicialmente una inspiración para los trabajadores de todo el mundo, su impacto posterior es más ambiguo. El concepto “comunismo” se acabó asociando a un ineficiente sistema antidemocrático de control estatal de los medios de producción y a una severa represión totalitaria de toda oposición. Los movimientos obreros de todo el mundo fueron dominados por partidos afines a este modelo de “socialismo realmente existente” que resultó letalmente contrarrevolucionario.

Análisis estático y análisis dinámico


Hay una extendida tendencia a plantear el tema de la naturaleza de la Unión Soviética, sobre todo después de su desaparición, como un “modelo” o sistema estático. Se discute acaloradamente acerca de si funcionaba o no la ley del valor, sobre si había o no clases sociales, sobre si la burguesía soviética era una casta o una nueva clase social, si la mano de obra era asalariada o no, si había o no explotación obrera, etc.

Según la óptica estática más extendida, la revolución de Octubre de 1917 habría instaurado un régimen revolucionario socialista–comunista que tras una corta fase de consolidación perduraría inalterado hasta la penúltima década del siglo XX.

La realidad fue que, surgido en unas circunstancias extraordinariamente convulsas, el régimen evolucionó con enorme rapidez durante los primeros año. Un movimiento socialista revolucionario fue traicionado por el partido bolchevique que aprovechó una revolución, que le pilló por sorpresa y en la que jugaba inicialmente un papel bastante marginal, para imponer sus objetivos de dirigir el país por la senda del desarrollo económico, confiando en quemar etapas utilizando el arsenal teórico marxista y hacerlo “drásticamente” amparándose en el ideario socialista, para ponerlo, lo más rápidamente posible, en condiciones de competir con otras potencias imperialistas.

Evidentemente, esta compleja estrategia de desarrollo exigía mantener un alto grado de confusión para hacer compatibles los intereses particulares del nuevo capitalismo “soviético” con una larga lista de sospechosas estrategias y tácticas genocidas, gulags, colectivizaciones, pactos con regímenes fascistas, purgas asesinas, etc.

Hasta los años 1960s la URSS parecía que estaba aguantando en su particular carrera por atrapar al resto de potencias imperialistas, pero el problema era que el mismo imperialismo estaba evolucionando hacia una nueva fase en la que las antiguas bases estatales empezaban a convertirse en una rémora arcaica. Los antiguos monopolios capitalistas con base nacional (los cuales pretendía emular la URSS con sus grandes conglomerados industriales) se estaban transnacionalizando y globalizando, abandonando a su suerte sus antiguas bases territoriales y consiguiendo tasas de explotación muy superiores a las de la fase anterior.

Mientras que China intentó integrarse en esta nueva fase imperialista (transnacionalizando a marchas forzadas sus monopolios), la URSS optó por perfeccionar su modelo de desarrollo localista y autárquico introduciendo reformas de mercado. Al final el modelo se derrumbaría. Los monopolios transnacionales y la misma burguesía soviética* formaron parte de las brigadas de derribos que arrasarían la zona en favor de globalización.

* Caracterizar a la burocracia "soviética" como burguesía es una discusión recurrente. Los revolucionarios rusos encarcelados por los bolcheviques fueron los primeros en definirlos así. No creo que valga la pena seguir discutiendo contemplando la realidad actual de la perfecta burguesía "burocrático-comunista" china, con sus vástagos al timón de las nuevas multinacionales chinas. Un tercio de los capitalistas privados chinos son miembros del PCC. La “fracción más burocrática” de esta evolucionada burguesía “comunista” es la que ocupa las posiciones más importantes en la vasta red de oficinas del partido, del gobierno y del ejército.

Transición al capitalismo dirigida por el partido bolchevique


En Rusia hubo una revolución socialista y democrática en 1917. Tras tres años de guerra imperialista, tras los que el estado y la economía quedaron desarbolados, soldados, obreros y campesinos se apoderaron del aparato militar, tomaron el control de las fábricas, se repartieron las tierras de los terratenientes, y crearon soviets como forma de organización socialista democrática.

La Revolución Rusa y la creación del primer estado obrero produjeron un profundo impacto en el mundo. El aparente éxito de la revolución rusa renovaba la esperanza de que era posible una alternativa real al capitalismo. Quedaba demostrado que el capitalismo podía ser derrocado y que una sociedad socialista, si no comunista, se podía construir sobre sus ruinas. Como tal, inspiró a generaciones de socialistas y trabajadores, influyendo determinantemente tanto en sus objetivos como en sus métodos.

Los bolcheviques se pusieron a la cabeza de la revolución presentándose como el partido más revolucionario y más radical. En realidad, sus intenciones no eran “socialistas” de inmediato. Según ellos, las condiciones para el socialismo aún no eran las adecuadas. Rusia aún no estaba madura para el socialismo. Hacía falta modernizarla, hacerla competitiva, desarrollar las fuerzas productivas hasta un nivel semejante al de las grandes potencias imperialistas de la época. Lenin pretendía instaurar un régimen capaz de promover el desarrollo industrial y la modernización del país, manteniendo a raya al colonialismo y la dominación imperialista. Un régimen de transición al capitalismo, “dirigido por socialistas”, puesto que la burguesía rusa no estaba aún suficientemente desarrollada.

En la práctica, sin embargo, el ideario “socialista” se utilizó para ponerse a la cabeza del movimiento revolucionario, desviarlo del socialismo, vencer y aniquilar a los verdaderos revolucionarios, y, finalmente, justificar la apropiación “colectiva” de los medios de producción por parte de una burguesía nacionalista capitalista de nuevo cuño, disfrazada de “burocracia” y de “socialista”. El sistema de planificación centralizada, se copió del capitalismo de guerra alemán de la primera guerra mundial.

El “despegue” de la URSS (despegue y defensa de la industria naciente)

Ante Ciliga: "Durante el Plan Quinquenal no se registraron movimientos de masas de los trabajadores industriales. Cuando se produjeron manifestaciones espontáneas en las fábricas, la GPU arrestaba las personas más activas y las enviaba a los campos de trabajos forzados o los campos de concentración, acusándolos de " contrarrevolución económica" o de ser "bandidos " o kulaks".

"Imagine un territorio de seis o siete mil millas de largo por 300 hasta 1500 millas de ancho, desde Solovetsk y el Canal Mar Blanco hasta las costas del Océano Pacífico, a la península de Kamchatka y Vladivostok. Este territorio, así como el conjunto de Asia Central, quedo  sembrado en todas las encrucijadas con campos de concentración y "colonias de trabajo" (campos con una misión específica que cumplir) y centros de exilio obligatorio ".

El objetivo de la nueva burguesía capitalista “soviética” era el mismo que el de sus competidores europeos. Acumular capital lo más rápidamente posible, explotando sus recursos y su mano de obra. Pero como partían de una base más atrasada, para “despegar”, para evitar quedar relegados a la periferia semicolonial sometida a las potencias imperialistas, necesitaban quemar etapas intermedias.

El proteccionismo y el intervencionismo estatal para favorecer el despegue y defensa de la industria naciente no fue algo propio de la URSS. Japoneses, surcoreanos, argentinos, brasileños, españoles, …, experimentaron con el sistema de cambios múltiples, el control del comercio exterior, el control estatal de las divisas, el control estatal de la banca, la nacionalización de los sectores estratégicos, los planes de desarrollo, etc. La particularidad de la URSS fue que para quemar etapas lo más rápidamente posible, era preciso, además de la estatalización de la economía, someter a la población a un régimen inhumano de explotación totalitaria bajo la divisa del socialismo/comunismo marxista. La planificación centralizada y la “ausencia” formal de propiedad “privada” permitieron a la nueva burguesía seguir utilizando la verborrea “socialista” en defensa del nuevo sistema para justificar el terror y la explotación a la clase obrera durante décadas.

Se ha dicho que la URSS era un "socialismo deformado" o una "sociedad en transición" del capitalismo al socialismo, o un "estado obrero" aunque degenerado (Trotski). En realidad se trataba de una variante capitalista totalitaria de carácter defensivo. Si era una “sociedad en transición”, transitaba en una única dirección hacia el capitalismo.

Variantes capitalistas


El capitalismo constituye una forma histórica de regulación social y, como tal, susceptible de adaptaciones múltiples y a menudo sorprendentes. En el sur de los EEUU funcionó durante décadas una variante “esclavista” de capitalismo en la que los esclavos figuraban como una partida más del activo en los modernos libros de contabilidad. Se trataba de partidas amortizables que precisaban biocombustible para funcionar a pleno rendimiento. En la variante nazi las SS proporcionaban prisioneros a los grandes grupos industriales en régimen de “renting”. Si se estropeaba el trabajador era substituido inmediatamente, sin recargo alguno, por el eficiente oficial de las SS. En la variante sudafricana, el aparheit convertía a la fuerza de trabajo en sub-humanos susceptibles de tasas de explotación acordes con su naturaleza. En la variante “soviética” los capitalistas (burócratas) competían entre ellos por las participaciones en la explotación de los trabajadores rusos a los que se adoctrinaba yaterrorizaba con el gran hermano estalinista.

Los obstáculos para el despegue


Tras la toma del poder los bolcheviques tuvieron que superar los enormes problemas del subdesarrollo y demás obstáculos internos a la modernización e industrialización del país. Los dos obstáculos internos más acuciantes para el desarrollo de un capital industrial nacional fueron el "atraso" en la agricultura y la falta de financiación.

La agricultura rusa se basaba principalmente en la subsistencia a pequeña escala o la pequeña explotación para la producción mercantil. Esto implicaba dos importantes obstáculos para la industrialización. En primer lugar, bloqueaba la formación de un proletariado industrial, ya que la mayor parte de la población todavía estaba atada a la tierra. En segundo lugar la agricultura rusa era incapaz de producir un excedente apropiado para alimentar a un proletariado industrial en expansión y menos aún suministrar un excedente exportable para financiar las importaciones estratégicas necesarias para el despegue del sector industrial.

El segundo obstáculo importante para la industrialización era el financiero. El carácter atrasado del capitalismo ruso significaba que se había acumulado poco capital interno. La industrialización durante la etapa zarista había sido promovida por el Estado y se había financiado a través de inversiones extranjeras. Pero los revolucionarios habían repudiado todos los préstamos externos contratados bajo el régimen zarista y se había expropiado capital de propiedad extranjera en Rusia, con lo cual no podía esperarse que la banca internacional confiara en los bolcheviques.

Evidentemente, el obstáculo principal eran las maquinaciones de todo tipo del capital imperialista para el que el basto y rico territorio ruso tenía un atractivo especial y que, como mucho, precisaba de una débil burguesía compradora subordinada (como en China) para explotar y esquilmar a placer el territorio.

Para los bolcheviques el "socialismo" debería servir para salvar estos obstáculos. 

La justificación teórica


El marxismo tradicional de la Segunda Internacional consideraba el capitalismo de Estado como la etapa superior del capitalismo. El capital monopolista, en simbiosis con el capital financiero, reforzaban la palanca del estado para sus proyectos de expansión imperialista. Kautsky y Lenin, a pesar de sus diferencias, consideraban que esta estatalización del capitalismo lo hacía más susceptible a una toma del poder por parte de las fuerzas socialistas. Teorizaban que el capitalismo de Estado era la fase más avanzada del capitalismo y preparaba (y en cierto modo facilitaba) la fase ulterior socialista; por lo tanto, el capitalismo de Estado podía ser visto como un primer paso necesario en la transición al socialismo.

Consecuentemente, Lenin podría argumentar, con cierta consistencia, que la imposición de la dirección unipersonal de las empresas (antiguos managers y CEOs burgueses) y el desmantelamiento de los consejos obreros, la reintroducción del taylorismo y la Nueva Política Económica (NEP), eran la tarea inmediata del Gobierno Revolucionario, dadas las condiciones de atraso en Rusia. Lo mismo podía argumentar Stalin respecto a su “inesperado?” giro “izquierdista” (haciendo suyas las tesis de Trotsky), con la finalización de la NEP, la colectivización forzada del sector agrícola, los campos de trabajos forzados del GULAG, o la creación del complejo militar-industrial.

Capitalismo defensivo y capitalismo agresivo


El nazi-fascismo, representó otra variante capitalista totalitaria, pero de carácter netamente ofensivo. Una variante “nacionalista” y agresiva del sistema. En este caso, el proteccionismo, la planificación centralizada, la promoción de los monopolios y la restricción del mercado, se organizaron para reforzar a una burguesía ya consolidada, con el objetivo, más que de despegar y defenderse, de agredir y expandirse. La ideología cohesiva ario-nazi venía a ser el equivalente de la ideología socialista-comunista de la variante soviética.

Por el contrario, el capitalismo totalitario “soviético” tuvo un carácter fundamentalmente defensivo. Se trataba de sociedades atrasadas que precisaban de una incubadora proteccionista para desarrollarse sin caer en las redes imperialistas. De ahí que el modelo “soviético” de incubadora resultara muy atractivo para otros países subdesarrollados que intentaban sacudirse el yugo colonialista o imperialista.

¿Socialistas tutelando el desarrollo capitalista?


Al contrario de las tesis de Kautsky, Lenin y Trotsky, el capitalismo de Estado no era la fase más desarrollada del capitalismo sino una variante secundaria que se manifestaba en zonas periféricas al núcleo central del sistema. No era un síntoma moderno sino, todo lo contrario, un síntoma de atraso capitalista. El capitalismo de estado alemán no representaba la cumbre en la evolución capitalista sino la manifestación de su debilidad frente a la competencia del capitalismo anglosajón.

Para el capitalismo, el Estado es una costosa herramienta que evoluciona con él de forma contradictoria y con la globalización y la transnacionalización del capital, se ha convertido en una herramienta de usar y tirar. Cada vez es mayor el agujero negro de los “estados fallidos” del planeta.

Las tesis de Lenin y Trotsky les llevaron a la más contradictoria de las incongruencias. Los revolucionarios debían hacer avanzar al capitalismo para que alcanzara la madurez necesaria para finalmente reconvertirlo en “socialismo”. Socialistas “tutelando” el desarrollo del capitalismo.

El capitalismo es malo, siempre ha sido malo, y cada día que pasa es peor. Aumenta la productividad y la eficiencia, pero se trata de una micro-eficiencia al servicio de una absoluta macro-ineficiencia. Este notable atributo productivista deslumbró a muchos marxistas que lo antepusieron como una fase necesaria, aunque dolorosa, previa al socialismo, sucumbiendo a la alienación y constituyendo, quizás, el peor caso de fetichismo y alienación de la historia.

Crisis y lucha de clases en el bloque soviético


Ante Ciliga: "La industria forestal del norte de Rusia y Siberia emplea mano de obra servil , y en las minas de oro se emplean en gran medida . Del mismo modo las minas de carbón de Kuznetsk y Karaganda. La industria del cobre Balmach y las estaciones eléctricas de energía de Asia Central son el trabajo de los reclusos en las "colonias de trabajo" . Incluso en Ucrania la fábrica de tractores agrícolas ha sido construida en parte con trabajo forzoso. En el corazón de la Rusia europea, la construcci{on  del canal Moscú-Volga se realiza con la ayuda de hordas de esclavos. En cuanto a la enorme desarrollo económico y militar del Lejano Oriente, con sus ferrocarriles, carreteras y grandes líneas de fortificaciones a lo largo de la frontera de Manchuria, es el trabajo de un inmenso y siempre renovado ejército de los condenados. Creo que no es exagerado afirmar que una tercera parte de la clase trabajadora en Rusia se compone de esclavos. Este trabajo servil, apenas remunerado, hace más fácil la tarea de mantener los salarios de los teóricamente libre a un nivel muy bajo" .

"Los líderes soviéticos declararon que no hay límites para la intensidad del trabajo; el límite psicológico que existe en la producción capitalista " se ha suprimido entre nosotros" , ... , "en el país del socialismo, gracias al entusiasmo de los trabajadores."

Al igual que los obreros en el oeste, los obreros rusos estaban subordinados a un proceso de producción diseñado y desarrollado para maximizar la producción, con escasa consideración a sus necesidades reales. Como tal, el trabajador quedó reducido a un mero instrumento de producción y, al igual que sus homólogos en Occidente, explotado, trabajando más tiempo del necesario para reproducir el equivalente de su fuerza de trabajo, y sin ningún control sobre el fruto de sus esfuerzos.

El régimen de propiedad “colectiva” de la burguesía “soviética” se correspondía con un sistema de grandes monopolios, proteccionismo, control de cambios, y planificación central. La propiedad colectiva se manifestaba en los privilegios de todo tipo que se reservaban y disfrutaban los propietarios “soviéticos”, equivalentes a los de sus homólogos occidentales, pero sin el temor a ser desalojados por la competencia económica (aunque si por el clientelismo corporatista).

La característica fundamental del capitalismo “soviético” era, a parte de la substitución de los mecanismos de mercado por los de la planificación centralizada, la utilización de la propaganda socialista en combinación con el “terror rojo” para el encuadramiento, la explotación y la esclavización (trabajos forzados) de la clase obrera. Frente al leninismo y al trotskismo, el estalinismo significó que la combinación mistificación revolucionaria/terror, cambiaba a terror/mistificación.


Mientras la crisis de los años 1930s se expandía y afectaba a la mayoría de las economías del planeta, la URSS registraba los índices de crecimiento económico mayores de su historia. ¿Había superado el sistema capitalista “soviético” la lacra que ha acompañado al capitalismo desde sus inicios?

Se ha aducido que el sistema "soviético" no estaba libre de patrones cíclicos, y que, en cualquier caso, los patrones cíclicos eran de un tipo diferente, asociados con el ciclo de planificación. Un ejemplo era, por un lado, la intensa actividad económica ('asalto') hacia el final de un período del plan, cuando todo el mundo estaba trabajando duro para cumplir con el plan a tiempo y obtener sus bonos por cumplimiento del plan, seguida de la calma en el período al comienzo del próximo plan, cuando todo el mundo se recuperaba de 'asalto' anterior, a la espera de la llegada de nuevos suministros. También hubo ciclos más largos asociados con la planificación de inversiones.

Si el carácter regional y autárquico permitió una cierta desvinculación temporal respecto a la periodicidad cíclica del sistema capitalista global, las crisis no iban a dejar al margen a uno de los eslabones más débiles del sistema.

Aunque la resistencia obrera continuó desde la insurrección de Kronstadt, (Parbigskii, ...) durante los últimos años del estalinismo la resistencia obrera se reforzó (huelgas y levantamientos de los trabajadores esclavos en Vorkuta en julio de 1953, Norilsk, Gorlag, Norillag)  y la burguesía “soviética” tuvo que ir cediendo, una y otra vez, a la presión popular (estado del bienestar soviético) a pesar de sus últimos zarpazos (aniquilación del levantamiento de los consejos obreros en Hungría 1956).

Con el debilitamiento del terror sobre la clase trabajadora, el sistema “soviético” de explotación capitalista empezó a perder fuelle. Mientras en el Oeste se imponían la flexiexplotación y la precarización en aras a la productividad capitalista, en el Este la clase obrera mantenía a raya a los explotadores.

Mientras en el Oeste la socialdemocracia desmontaba una tras otra las conquistas laborales de décadas de lucha y liquidaba el pleno empleo, en el Este los trabajadores se negaban a la introducción de "prácticas de control" y, por el contrario, exigían y mantenían el pleno empleo, menos rigidez en las normas, mayores pagas y menor diferenciación salarial (los salarios de los mineros y trabajadores del metal se mantenían al mismo nivel que los de los ingenieros y mánagers de 2ª fila).

El "malfuncionamiento" del sistema no se debía a problemas técnicos, no se debía a la "falta de mecanismos de mercado", sino, fundamentalmente, a la resistencia obrera que no toleraba "reformas" para aumentar la explotación.

Desde la muerte de Stalin, la economía de la URSS se había ido integrando en los circuitos comerciales y financieros del sistema global. Cada vez dependía más de las divisas por exportación de productos energéticos y materias primas, y bancos capitalistas y agencias internacionales no veían inconvenientes en prestar a la URSS y a las demás “democracias populares”. A finales de la década de los 1970s el sistema “soviético” empezó a manifestar síntomas inequívocos de crisis económica y pérdida de competitividad frente a la globalización.

Este debilitamiento interno del capitalismo "soviético" a causa de la resistencia obrera, se tradujo en debilitamiento externo frente al capitalismo de vanguardia, que se estaba dotando de unos agresivos mecanismos de dominación de clase (monopolios y globalización) fuera del alcance de la burocracia soviética. La crisis económica del capitalismo marginal “soviético” se aceleraba a pesar de las alternativas “de mercado” que intentaba introducir la burguesía "soviética".

La transición equivocada


Un capitalismo defensivo, marginal, deformado, atrasado, localista y en quiebra (con un discurso "socialista" trasnochado y contraproducente, y sin claras opciones de vuelta al terrorismo estalinista), era más débil y más fácil de resistir, y hubiera incluso sido más fácil de derrocar que el capitalismo globalizado. Las posibilidades que tenían de resistir o sobrevivir al capitalismo los habitantes de la URSS y los países del Este, o China, eran mucho mayores que las que tienen ahora, tras la agresiva penetración del capitalismo monopolista transnacional. La “Transición” fue una oportunidad perdida para la revolución socialista en el Este.

Las ventajas de los obreros del bloque "soviético" en el puesto de trabajo (seguridad, pleno empleo, jornada de trabajo, permisos, descansos, respeto, libertad de cambio de empresa, vacaciones,  ...) además de los beneficios del estado del bienestar "soviético" (vivienda, educación, sanidad, ocio, ...), duramente arrancados tras décadas de lucha y resistencia frente al capitalismo estalinista, fueron barridas de un plumazo con la penetración del capitalismo monopolista globalizado.

El problema fue que los obreros polacos, húngaros, checos, rusos, lituanos, …, que se enfrentaban y levantaban contra la burguesía capitalista “soviética”, no entendieron que era esta misma “nomenklatura” la que estaba decidida a “reformar” o simplemente liquidar el experimento, en pro de “modernización” del sistema de explotación (terapias de choque) aunque ello implicara el reto de su peligrosa reintegración en el concierto capitalista internacional. Muchos pensaban que su enemigo era el socialismo y su amigo, el capitalismo. Craso error, el capital es un tipo de pocos, muy pocos amigos.

A pesar de las deslumbrantes estanterías capitalistas de Carrefour y Tesko, la mayoría de los polacos, húngaros, checos, rusos, lituanos, rumanos,…, obreros y burgueses, han acabado pagando su ilusión con la más horrenda explotación, miseria y exclusión.

Durante las crisis periódicas aparece el verdadero Mr. Hide capitalista y resulta difícil esconder o camuflar la absoluta macro-ineficiencia social, económica y medioambiental del sistema. Las bases ideológicas que lo sustentan se desmoronan. La alienación social se resquebraja. Los fetiches se funden. Es durante las crisis cuando es más fácil la revolución socialista. Es entonces cuando el sistema es más débil y ofrece flancos desprotegidos por donde atacarlo y la crisis del bloque soviético era uno de ellos.

Lo que cayó no fue el “socialismo” realmente existente en la URSS, sino la oportunidad perdida por los obreros polacos, húngaros, checos, rusos, lituanos, rumanos, …, de aprovechar la crisis del flanco más débil del capitalismo, el capitalismo “soviético”, para iniciar una revolución verdaderamente socialista.

Elementos básicos de la estructura y del funcionamiento de la economía "soviética"


Aunque a los administradores directos de los medios de producción - los directores de las empresas industriales y los presidentes de las granjas colectivas - se les permitía cierto margen de maniobra, tenían que obedecer órdenes "desde arriba". Para los directivos industriales los comandos procedían de los órganos del Estado en tres niveles - jefes de administraciones responsables de los sectores de las industrias, los ministerios responsables de industrias enteras, y las agencias centrales responsables de toda la economía (el Consejo de Ministros) o de una agencia especializada (el Comisión Estatal de Planificación, Comisión Suministros del Estado, etc.). En la agricultura los niveles inferiores de la jerarquía se organizaron sobre una base territorial (municipio, provincia, etc.)

Al menos en términos formales, se trataba de una "economía planificada". Los planes anuales de producción se desglosaban por meses. A parte de los objetivos de producción, el plan especificaba las fuentes de suministro de insumos (materias primas, repuestos, etc.) para cada empresa en particular y los lugares de destino de su producción. Formalmente, las empresas "soviéticas" no tenían autonomía para “competir”, pero en la práctica competían y la excepción de un "mercado gris" para obtener los inputs necesarios acababa siendo más bien la norma.

El dinero como medio universal de intercambio y acumulación capitalista no existía en la economía “soviética”. Había dos tipos de dinero no intercambiables, cada uno sirviendo a un propósito distinto - (1) el dinero en efectivo, distribuido como salarios para gastar en bienes de consumo, (2) el dinero “no en efectivo” (unidad de cuenta) utilizado para ayudar a supervisar las transacciones no salariales de las empresas. Ninguna de estas figuras monetarias revestía formalmente la función central que el dinero posee en el capitalismo de mercado (los salarios y los precios eran establecidos por el Estado).

Los gerentes veían evaluado su desempeño y obtenían los bonos correspondientes sobre la base de los resultados de producción. Estos resultados se medían mediante varios indicadores, que podían ser físicos (por ejemplo, el peso total de la producción, el número de artículos) o de carácter financiero (costes de producción, el beneficio). Pero incluso cuando el indicador clave era la ganancia, el objetivo de la producción no era para “maximizar el beneficio”, sino para cumplir con el “beneficio” fijado en el plan por el planificador.

Los mánagers de las empresas soviéticas intentaban lograr un compromiso con los díscolos obreros que subvertía las intenciones del plan y al mismo tiempo aparecer como que se cumplían sus especificaciones. Para conseguirlo, el mánager intentaba conseguir los aspectos “cuantificables” y ceder respecto a los aspectos cualitativos menos verificables. Los mánagers, sistemáticamente desinformaban a las autoridades centrales respecto a las condiciones actuales de producción. Además, atesoraban trabajadores y recursos escasos. La burocracia “soviética” era un aparato competitivo en el que los explotadores luchaban entre sí y a todos los niveles, para aumentar su parte en la explotación de la clase trabajadora.

Así pues, el comportamiento “competitivo” no era un accidente circunstancial sino que era una característica inmanente del funcionamiento del sistema. Los controladores y los controladores de los controladores, cada uno poseía una porción del sistema de explotación que tenía de defender o ampliar. Ni siquiera un ministro podía conseguir ser autosuficiente.

Como en el caso de la variante nazi, en el estalinismo, más que la figura de un dictador omnipotente, lo que proliferaba era el arbitrio de cientos de miles de pequeños dictadores compitiendo entre ellos por el control de los explotados.

La desorganización era más bien la norma en el proceso de aprovisionamiento. Los “planes”, desde el momento de su aprobación entraban en un proceso de revisión permanente. La tardanza de la comunicación de información y registro de datos así como en la transmisión de instrucciones relevantes, implicaba que a lo largo del año los organismos relacionados con el aprovisionamiento tenían que luchar con desequilibrios endémicos recurriendo al pragmatismo, a la experiencia, y a los imprescindibles “procuradores” (tolkachi), personajes con “contactos”, contratados por los mánagers para que les procuraran los materiales, piezas y equipo que precisaban, por cualquiera que fuera el canal utilizado. En realidad, era imposible trazar una línea entre la economía “oficial” y la economía “no oficial”.

El comercio exterior se limitó a una función auxiliar al servicio del plan. Los productos requeridos por el plan, que no se podían producir en el país, debían ser importados. Las exportaciones iban dirigidas a obtener divisas para pagar las importaciones previstas (control de divisas). El comercio exterior jugó un papel fundamental en la rápida industrialización de la década de 1930 (la famosa “acumulación primitiva socialista”), con importaciones de maquinaria occidental pagadas con exportaciones de granos y materias primas, mientras la gente se moría de hambre.

Tras el estalinismo, el comercio exterior empezó a registrar, además, importaciones de tecnología y bienes de consumo destinados al conjunto de la población. El desequilibrio comercial y el consiguiente endeudamiento exterior (los mercados financieros comprendían mejor que nadie la verdadera naturaleza del régimen de la Unión Soviética) evidenciaban debilidad y creciente dependencia con respecto al capitalismo globalizado.

Teorías


Ha habido bastantes teorías sobre el carácter capitalista del sistema “soviético”.

A. Ciliga (1938), revolucionario croata, tuvo que huir de su país y se incorporó a la revolución rusa a mediados de los años 1920s. Fue sucesivamente bolchevique, leninista, trotskista, extrotskista, y, finalmente, exleninista. Encarcelado por la checa en Siberia, salvó la vida de milagro y pudo salir de la URSS. Fue de los primeros en considerar que el sistema ya no tenía nada de “soviético” sino que se trataba de una variante capitalista, desde buen principio.

Los trotskistas se aferraron a la teoría de que se trataba de un sistema de transición entre el capitalismo y el socialismo (una fase inferior previa, a la sociedad post-capitalista comunista). Trotsky planteó que se trataba de un “estado obrero degenerado” e inestable que, o bien se decantaría rápidamente hacia el socialismo o bien hacia el capitalismo (Trotsky pensaba que esta situación se resolvería en uno u otro sentido tras la 2ª GM).

Tony Cliff (1948), trotskista inglés, ante la longevidad del estalinismo tras la 2ª GM, planteó que existió un estado obrero socialista hasta 1928. A partir de entonces, el estalinismo contrarrevolucionario se consolidaría definitivamente. La burocracia se convirtió en clase capitalista y el sistema dejó de ser un estado obrero para convertirse en una variante particular del capitalismo de estado. 

Hillel Ticktin (1970s), trotskista inglés, desmontaría la tesis de Cliff con argumentos marxistas (teoría del valor) para volver a la idea original de Trotsky de un estado obrero degenerado. Pero su análisis de la URSS era más profundo. Advirtió el mal funcionamiento del sistema hasta el punto de calificarlo de un “no modo de producción” en crisis. La élite era incapaz de controlar el proceso de trabajo. Argumentó que el “mal funcionamiento” y por tanto, la crisis del sistema, era algo intrínseco al modelo y no el resultado de la resistencia obrera, es decir, de la lucha de clases (para él, la URSS era un “estado obrero” sin lucha de clases)

En realidad, lo que Ticktin estaba analizando y estudiando no era el “funcionamiento normal del sistema” sino la crisis del sistema. Una crisis que estimulaba la lucha de clases y en la que los obreros estaban ganando posiciones que contribuían al “mal funcionamiento” del sistema.

Charles Bettelheim, ha sido quizá el más significado defensor de la caracterización del modelo imperante en la URSS y los países del bloque soviético como “capitalismo de estado”. En julio de 1936, con 23 años, dominando el ruso y con el carnet del partido comunista francés en el bolsillo, Bettelheim llegó a Moscú donde permanecería 6 meses captando la atmósfera política del inicio de las purgas y los juicios estalinistas. Más tarde visitaría China durante los años de la Revolución Cultural.

En su libro: Calcul économique et formes de proprieté criticaba la suposición de que la nacionalización y la propiedad estatal de los medios de producción implicaban “socialismo”. En un libro posterior: Les luttes de clases en URSS 1974-1982, caracteriza el sistema como “Capitalismo de Estado”. El partido Bolchevique habría confiscado la revolución popular y actuaba como legitimador de unas nuevas élites tecnocráticas que acabaron estableciendo las mismas jerarquías y deferencias sociales que en capitalismo, aunque utilizando el espejismo legal de la propiedad estatal de los medios de producción para camuflar la explotación. También proponía modelos de desarrollo económico alternativos a los que exportaba el bloque soviético orientados a la acumulación por la  acumulación.

El alemán Paul Mattick, consideraba que con la toma de los medios de producción en manos del Estado, los bolcheviques no habían conseguido su “socialización” sino la nacionalización del capital. La propiedad capitalista había cambiado de manos, desde los propietarios particulares, al estado, pero seguía siendo “propiedad capitalista” puesto que los medios de producción no eran controlados por el conjunto social sino que seguían siendo capital alienado respecto a los trabajadores. La Unión Soviética no había abolido la relación de explotación capital/trabajo fundamental del capitalismo.

Mattick planteó que se trataba de una forma avanzada de capitalismo en la medida que había superado algunos de los principales problemas del capitalismo basado en la propiedad privada tales como la competencia y las crisis de sobreproducción, consiguiendo más estabilidad y, en cierta forma, una disminución de los antagonismos de clase.

Amadeo Bordiga, fundador del Partido Comunista Italiano en 1921 (una escisión de un PSI incapaz de organizar una revolución durante el “bienio rosso” – 1919-1920 - ) también consideraba que la URSS era capitalista.

Para Bordiga la Unión Soviética era una sociedad en transición hacia el capitalismo. Lo que distinguía al régimen capitalista “soviético” no era su carácter avanzado (Mattick) sino, por el contrario, su retraso, su subdesarrollo. Rusia era un estado periférico atrasado susceptible de caer en manos del capitalismo imperialista desarrollado y quedar relegado para siempre en el subdesarrollo. Los bolcheviques intentaron impedir este destino con métodos intervencionistas y proteccionistas extremos. Fue por esto que la Unión Soviética se convirtió en modelo para la lucha contra el colonialismo.

Para Bordiga, el giro “a la izquierda” de Stalin en 1928, con la colectivización forzada y los planes quinquenales, no fue una “acumulación primitiva socialista” (según las tesis de Preobrazhensky) sino una salvaje acumulación primitiva capitalista. Los excesos estalinistas de los años 1930s – “un infierno para el obrero y una carnicería de energía humana” – no fueron otra cosa que la expresión de “la generación de las condiciones universales para la génesis de todos los capitalismos”. En 1953 afirmaba que “ El proceso económico en desarrollo en los territorios de la unión rusa pueden definirse esencialmente como la implantación del modo de producción capitalista, en su forma más moderna, y con los últimos medios tecnológicos, en países atrasados, rurales y asiático-orientales”.

Para Bordiga, la obsesión en encontrar capitalistas individuales o sustitutos de aquellos, en orden a caracterizar o etiquetar el sistema, era absurda. “el determinismo sin personas es incongruente, pero los hombres constituyen el instrumento del sistema capitalista, pero no el motor”… “No se trata de una parcial subordinación del capital respecto al Estado, sino de una ulterior subordinación del Estado al capital”. El despotismo estatal en Rusia estaba al servicio del capitalismo impulsando el modo de producción en áreas que se resistían aún.

Neil C. Fernandez  considera que todas las categorías y parámetros que definen el “capitalismo” estaban presentes en el sistema “soviético”. Competencia, competitividad, mercancía, dinero, capital, acumulación, plusvalía, acumulación, … En un extenso tratado analiza cada categoría y la forma que adoptó en el sistema “soviético”. Pero si algo define un sistema es la existencia o no de la lucha de clases y el carácter dicha lucha de clases. Quienes plantean que el Bloque Soviético era socialista se enfrentan a la contradicción de negar la existencia de la lucha de clases frente a la evidencia de los levantamientos obreros, huelgas, manifestaciones, y protestas que enfrentaron a la clase obrera "soviética" frente a la burguesía "soviética" durante todo el período del "socialismo realmente existente".

G.M. Tamás, filósofo, antiguo dirigente de la disidencia húngara, tras el desastre acontecido en Hungría y el resto de democracias populares y consciente de la mistificación del capitalismo, se ha convertido en uno de los más firmes defensores del carácter capitalista de sistema “soviético”. Los húngaros, polacos, checos, eslovacos, rumanos, rusos, lituanos, …, no dejaron atrás el “socialismo realmente existente”, sino una variante más del capitalismo realmente existente.

Más información:

http://rolandoastarita.wordpress.com/tag/urss/

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