ronald29780 :“Los precios de la formación local: corte de pelo / birra en el bar / pisito, en sintonía con las rentas familiares disponibles, respectivamente con la disponibilidad de crédito van a la baja. Los precios de formación internacional: petróleo y sus derivados, trigo, bienes exportables, están yendo parriba, recompensando el aumento de sus precios con bajadas de unidades vendidas."
E.J. Jobsbawm (Industria e Imperio): "Durante la Gran Depresión el nivel de vida de los obreros que aún tenían trabajo se mantuvo gracias a la caída del coste de la vida".
Biflación y precios de monopolio
Biflación: Un paradójico estado de la economía en el que la inflación y deflación ocurren simultáneamente.
La aparición del término "biflación" se atribuye al analista F. Osborne Brown, quien lo introdujo en 2003 al observar que ciertos grupos de activos se encarecían simultáneamente al abaratamiento de otros grupos.
La explicación más extendida es que a causa de la crisis se compran más productos básicos con lo que aumenta su precio, en cambio se dejan de comprar bienes no esenciales con lo que caen sus precios.
En los últimos años, este contraste entre los distintos sectores se habría exacerbado por factores internacionales. Los precios de los productos básicos han ido en aumento debido a que en economías emergentes como China, Brasil, India, el crecimiento ha sido fuerte y por lo tanto las materias primas han tenido una gran demanda, elevándose sus precios.
Precios de las "commodities" (materias primas y alimentos)
Tras el crac de 2008, la biflación se hizo aún más evidentes. Según algunos economistas, el aumento de precios de las materias primas y alimentos se debería a la especulación por la abundancia de fondos disponibles a causa de una política monetaria laxa. Por otra parte, el alto desempleo y la caída del poder adquisitivo han dado lugar a que se destine una mayor cantidad de dinero al consumo de productos esenciales (la inflación) y, por el contrario, se reduzca la parte destinada a artículos no esenciales o a productos que requieren crédito para comprarlos, como casas y automóviles (deflación).
Crisis, monopolios y biflación
Mientras que la estanflación se vinculó a la crisis de los años 1970s y se relacionó con el fracaso de las políticas anticíclicas keynesianas, la biflación es propia de la crisis y la depresión actuales y se explica por las particulares características de la misma. La biflación es un fenómeno perverso. Las crisis y depresiones con deflación eran menos excluyentes puesto que los precios bajaban junto a los salarios. Las crisis con biflación son excluyentes. Como la mayoría de los productos básicos provienen del sector monopolizado, cada vez más seres humanos quedan excluidos del sistema.
Las crisis capitalistas estallan tras períodos de fuerte desigualdad y polarización social que contraen el consumo y la demanda agregada.
Desigualdad y polarización social -->caída de la demanda -->sobreproducción -->caída de los beneficios empresariales--> caída de la inversión privada --> paro --> más desigualdad.
Polarización social y grandes depresiones
Históricamente, cuando las crisis capitalistas degeneraban en Depresión, la deflación reaparecía en todos los sectores rebanando precios, salarios y beneficios. ¿Por qué esto ya no ocurre cuando estamos de lleno inmersos en la 3ª Gran Depresión?
Desde finales del siglo XX la concentración del capital se ha acelerado extraordinariamente.
En la actualidad 10 empresas del automóvil detentan el 77% del mercado global; 2 aeronáuticas dominan el 100% del sector de grandes aviones; 5 operadores controlan el 83% de la telefonía fija, 3 operadores controlan el 77% de las infraestructuras de telecomunicaciones móviles, mientras que sólo tres controlan el 65% del mercado de móviles; 10 farmacéuticas controlan el 70% de los fármacos vendidos en el mundo; 4 tabaqueras suministran el 75 % del humo encajetado; sólo 3 empresas en el mundo fabrican cerca del 70 % de toda la maquinaria y equipamiento agrícola;... Entre 1980 y 2008 las multinacionales incrementaron sus inversiones directas en el exterior de 0,5 billones de $ a 13,6 billones. En 2008, el 37% de las acciones de empresas europeas pertenecían a inversores extranjeros.
Las 500 mayores multinacionales poseen el 80% del stock acumulado de inversión directa exterior mundial y acaparan el 50% del comercio internacional. Dominan todos los recursos naturales, controlan el desarrollo de las tecnologías actuales y futuras, controlan la mayoría de las agencias y medios de información y entretenimiento, imponen su influencia económica, política, cultural e ideológica sobre las naciones sometidas y propagan por doquier el credo neoliberal.
Su carácter multinacional-global les permite poner en competencia sueldos de aquí y allá, regulaciones medioambientales, laborales, mercantiles, fiscales, penales, financieras, etc. De ahí su cacareada “eficiencia” y “competitividad”. Eficiencia en explotar y competencia suicida entre sus flexibilizados explotados y subcontratados.
El sector inflacionista (monopolista)
Las transacciones que tienen lugar dentro de una misma firma quedan fuera del mercado, por lo tanto, cuanto mayores sean las corporaciones menos espacio queda para el "mercado". Cada sector o empresa que es absorbido por una corporación monopolista, deja de operar en "el mercado". Por lo tanto los incesantes cánticos mediáticos a favor de la bondad y racionalidad de las indicaciones de los precios del mercado van destinados a una porción cada vez menor del tejido empresarial.
El privilegio monopolístico permite a las grandes corporaciones reducir a placer la producción para asegurar un buen nivel de ganancias manteniendo alto el nivel de los precios mientras las pequeñas y medianas empresas y los estados sucumben cediendo más y más terreno a las grandes corporaciones.
La Depresión en la etapa senil capitalista sigue teniendo las mismas causas que en las etapas anteriores:
Desigualdad y polarización social --> caída de la demanda --> sobreproducción --> caída de la inversión --> paro --> más desigualdad.
Pero en este caso la caída de la inversión no se debe a la caída de beneficios, sino al contrario, la desinversión y el paro cohabitan con altas e incluso crecientes tasas de beneficio monopolistas. De ahí que, a pesar de la crisis, la desigualdad y la polarización social sigan aumentando.
El monopolista puede operar reduciendo el nivel de producción y ofreciendo su producto a un precio mucho más alto, manteniendo o mejorando sus beneficios. El monopolista producirá donde su precio es mayor que su costo marginal. Al restringir la producción y aumentar su precio, el monopolista se asegura el máximo beneficio.
Sin competencia apreciable, no hay guerras de precios. Al contrario, para compensar la disminución de sus ventas, los monopolios multinacionales aumentan los precios en la proporción adecuada para mantener o aumentar sus beneficios.
Si hubiera competencia no habría superbeneficios (rentas de monopolio). Las posiciones de monopolio u oligopolio inhiben la competencia y son sinónimo de superbeneficios. Una vez consolidadas sus posiciones a nivel global los monopolistas no compiten en precios sino que pactan o dictan precios y colaboran en las tácticas y estrategias para conseguir cotas más altas de explotación puesto que les beneficia a todos en conjunto.
Los hiper-beneficios no son pues el resultado de la inexistente "competitividad monopolista" o de su supuesta "eficiencia", sino de la competencia entre los "no monopolistas", es decir, son el resultado de la deslocalización, la subcontratación, el abuso sobre las pequeñas y medianas empresas, la externalización de costos sociales y medioambientales, la evasión de impuestos, la corrupción y manipulación de los gobiernos e instituciones, nacionales e internacionales, la colusión con tráficos ilícitos y la especulación financiera.
El sector deflacionista (no monopolista)
El mercado "competitivo" es para las empresas subcontratadas, para los antiguos empleados convertidos en autónomos, y sobre todo para los trabajadores amenazados por el paro o la deslocalización . La competencia es para el sector "no monopolista".
En un sector no monopolista en crisis (pymes, transportistas autónomos, viviendas en alquiler, chiringuitos playeros, ...) , quien no baja los precios no coloca sus productos o servicios. En este caso, los consumidores resultan beneficiados y pocos de ellos quedan excluidos. En cambio en los sectores monopolizados, como el de las corporaciones energéticas, telecomunicaciones, ..., los precios "suben" durante la crisis y los beneficios aumentan a cargo de los clientes que, a falta de suministradores alternativos, sólo pueden optar entre pagar el recibo o quedar desconectados (quedan excluidos). Los monopolios privados compensan con creces la caída de la demanda subiendo sus precios aunque esto implique la exclusión y la marginación de buena parte de la población del planeta.
Así pues sólo hay deflación en los sectores no monopolizados. La competencia sólo funciona en los ámbitos y sectores no monopolizados. Sin sindicatos operativos y fuertes, los trabajadores, incluidos los mismos empleados directos de los monopolios, forman parte, junto a los pequeños empresarios, subcontratistas, autónomos, etc. del sector no monopolista que experimenta todo el peso de la deflación.
Tenemos pues una situación nueva con respecto a la Gran Depresión de los treinta. La depresión actual no se traduce en deflación generalizada sino en biflación. Los precios del sector no monopolista (trabajadores, pymes, autónomos, profesionales, ... ) se desploman. En cambio los precios de los sectores y servicios controlados por las multinacionales y las materias primas, cada vez más concentradas en pocas manos y sujetas además a la especulación de los mercados, resisten o suben.
Destrucción "creativa" o destrucción aniquiladora
En la situación actual los monopolios transnacionales engordan con la depresión. Sin merma algunas en sus tasas de beneficio, permanecen sentados sobre enormes y crecientes cantidades de caja pero no invierten. En condiciones de sobrecapacidad la inversión huye hacia el capital ficticio y la especulación financiera, suministrando más y más pólvora para la concentración del capital.
Como en las anteriores depresiones, la crisis es el caldo de cultivo para la concentración monopolista y como puede observarse, el día a día de la crisis es el no parar en fusiones, agrupaciones, adquisiciones, ..., una carrera sin obstáculos hacia el monopolismo global.
La “destrucción creativa” que favorecía la salida de las crisis anteriores, se ha convertido en la “destrucción aniquiladora” que arrasa lo poco que queda del tejido empresarial no monopolista, sector tras sector.
Durante las anteriores depresiones, los supervivientes acaparaban los restos (factor trabajo y factor capital) de los vencidos para formar corporaciones y conglomerados más grandes y poderosos, con lo que los puestos de trabajo "formal" reaparecían en el nuevo tejido económico. En la actualidad, los sobrevivientes de la gran purga sólo acumulan "capital". Los grandes monopolios transnacionales no construyen nuevas fábricas e instalaciones con los despojos de sus víctimas sino que disminuyen incluso sus propios activos y factores productivos, subcontratando, externalizando, (outsourcing), la mayoría de los procesos y servicios.
Subcontratación de servicios (services outsourcing)
No sólo subcontratan call centers, sino servicios esenciales clave (investigación y desarrollo, ingeniería y diseño industrial, gestión contable y auditoría, servicios médicos, servicios de abogacía, servicios financieros, ...) que desempeñaban profesionales y trabajadores especializados.
Internet y los nuevos desarrollos de las tecnologías de la información y la comunicación están ofreciendo a los monopolios transnacionales la posibilidad de engrosar aún más sus ganancias a costa de los salarios de los "altos empleados" que, hasta hace poco, estaban a salvo de la deslocalización/subcontratación. El deseo de subcontratar servicios sólo se convirtió en una posibilidad práctica tras los avances en las TIC de finales de los 1990s. Durante varias décadas la subcontratación estaba asociada a procesos industriales intensivos en mano de obra poco cualificada. En la actualidad, cualquier producto o servicio que pueda ser "entregado" instantáneamente, a través de una pantalla digital, con cero coste de transporte, puede ser subcontratado.
Las universidades de China, India, Malasia,..., hierven con hornadas de millones de nuevos graduados en informática, economía, ingeniería, arquitectura, medicina,..., que acabarán sustituyendo a la clase media de los, hasta ahora, bien pagados profesionales del norte que se había librado, por el momento, de la eficiente competencia monopolista.
Así pues el siglo XXI será el siglo de los monopolios transnacionales, la Biflación y la Depresión Permanente. La salida de la crisis poliédrica global sólo será posible si cambiamos el sistema.